Como una especie invasora, se extiende por toda España una tendencia uniformizante del urbanismo. Vigo no se libra de esta amenaza. Resulta difícil imaginar un futuro en el que la Porta do Sol se presenta flanqueada por unos edificios que no sean el de Jenaro de la Fuente o el de Manuel Gómez Román. Pero los 'bloques cebra' podrían acabar colonizando otros lugares en pleno desarrollo urbanístico de la ciudad.
Esta moda constructiva cuenta con cerca de una década de expansión, pero las redes sociales han detectado su proliferación por toda España y han sido capaces de conceptualizarla con ese término de 'bloques cebra'. Ahora, esta denuncia se ha canalizado a través de una cuenta de Instagram que reivindica el cuidado del urbanismo y ataca lo que considera como un "producto industrial".
El arquitecto vigués Javier Couto (estudio LIQE) señala que hasta hace unos 10 años, Vigo y su entorno mantenía "una imagen más enraizada a la piedra". Pero admite que "ahora ha empezado a ser más visible". En estos mismos momentos, uno de los últimos ejemplos se encuentra en el número 61 de la calle Rosalía de Castro. No resultan difíciles de detectar, sus rayas blancas y negras que se suceden entre tramos de fachada y ventanas los delatan -de ahí su nombre de cebras-.
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Couto describe de una forma más precisa el concepto: "Son unas construcciones que se caracterizan por el uso de técnicas muy efectivas pero que carecen de un diseño propio. Son unos estándares industrializados que permiten ser replicados en cualquier fondo y resultan más baratos y menos costosos en todos los aspectos". Todo ello, indica, va en detrimento de un cuidado por la estética y "deshumanizan las ciudades".
¿Adiós a las ciudades de nuestra infancia?
Los niños, señala el arquitecto, recuerdan las ciudades no por sus calles sino por esos edificios emblemáticos por los elementos que los distinguen. Unas gárgolas, uno tejado en forma de escamas, grandes ventanales o una bonita terraza. "El bloque cebra es la deshumanización completa de esa ciudad, le roba la identidad", explica.
En realidad es algo generalizado en la actual sociedad de consumo. Y Couto lo asimila a la industria de cine, "Disney ya no hace películas, se limita a repetir las que ya le funcionaron en el pasado". Algo que es comprensible, "un promotor pone mucho dinero en una operación y lo que quiere es garantía, saber que se va a vender". Y estos bloques son el mecanismo para "un rendimiento económico al máximo".
El modelo Attica
Tras la aprobación del PXOM vigente en Vigo, la ciudad se prepara para un 'boom' inmobiliario en los próximos años. Esto incrementa el riesgo de que proliferen bloques y bloques de edificios, todos ellos uniformes, sin elementos distintivos, espacios comunes o terrazas. Y lo más probable es que todos ellos se vendan al instante.
"En Vigo se compra lo que hay. Hay tan poco que se compra lo que sale", justifica Javier Couto. Esto ya lo ha visto en un modelo más instalado, por el momento, en la ciudad. El arquitecto ha detectado una tendencia cuyo máximo exponente es el Hotel Attica 21 de Samil: "Se construyó con una arquitectura imitación a la nórdica, pero en una versión de AliExpress". Se refiere a edificios en los que la simulación de madera cubre el exterior, además con tonos propios a zonas de interior como el suelo de un salón.
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Responsabilidades ante la amenaza de 'los cebra'
Esas construcciones que asoman en el medio plazo de Vigo todavía no están grabadas en su futuro. Todavía hay margen para dotarlas de un espíritu propio, y Javier Couto destaca el trabajo que se está haciendo en el Casco Vello de Vigo o de algunas promotoras que apuestan por arquitectos que incluso cuentan con premios.
Tal vez las autoridades deban valorar en sus planes urbanísticos aspectos más allá de las alturas o volúmenes. "Sé que es complejo, pero no podemos reducir el urbanismo a una cuestión económica", valora Couto para abrir la puerta a criterios que pueden parecen subjetivos.
Con una puesta en valor real por cómo se viven las ciudades y un poco de sensibilización, Couto opina que "sí puede que el mercado acabe valorando un diseño diferente, aunque por el camino pues nacerán algunas cebras". Al final, los vigueses y las viguesas vivirán donde su bolsillo y el mercado les deje.
