La planta de semiconductores fotónicos de Vigo, SPARC, iniciará sus obras a finales de 2023

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La sede de la Zona Franca de Vigo ha acogido este martes la primera reunión de trabajo de SPARC, la planta de semiconductores fotónicos impulsada por el organismo estatal, con el apoyo del Ayuntamiento olívico y la Diputación de Pontevedra, y cuyas obras (en López Mora) comenzarán a finales de 2023.

En este primer encuentro han participado Jaime Martorell, Comisionado Especial para el Perte de Microlectrónica y Semiconductores, y Guillermo Gómez, coordinador de la Secretaría General de Telecomunicaciones, que han podido conocer las futuras necesidades de la planta (que prevé empezar a producir en el segundo semestre de 2025), por voz del CEO de SPARC, Francisco Díaz, y del delegado de la Zona Franca de Vigo, David Regades.

El delegado del Estado en Zona Franca ha subrayado que "nace en Vigo un nuevo sector gracias a los fondos de recuperación europea", además de recordar que "los países que dominan en esta tecnología son Holanda, Alemania y Francia".

Por su parte, el alcalde de Vigo, Abel Caballero, que participó en una visita posterior a las instalaciones de Zona Franca en López Mora que albergarán SPARC, junto con el delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones, ha incidido en que "Vigo se coloca a la cabeza de la tecnología de microchips de Europa".

Producción en 2025

SPARC fue constituida formalmente el pasado fin de semana ante notario, con la participación de socios inversores privados, tanto locales como nacionales e internacionales, así como con el apoyo de administraciones públicas, entre las que se encuentran la Zona Franca de Vigo y la Universidad de Vigo. Sus impulsores destacan que la iniciativa se activó precisamente a raíz del Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (Perte) dotado con 12.250 millones de euros para crear un ecosistema español en torno a los chips, en el que la infraestructura viguesa "encajaba a la perfección".

Durante la reunión de este martes, Francisco Díaz ha explicado cuáles son las necesidades de la futura planta en cuanto a equipamiento e infraestructuras para tenerla lista en 2025, así como las sinergias previstas dentro del ecosistema europeo de esta tecnología. "Europa está en este momento por delante de Estados Unidos en este tipo de tecnología que está experimentando un 30 por ciento de crecimiento anual", ha señalado, y ha avanzado que "está previsto que alrededor de la planta se consolide una red de empresas relacionada con esta tecnología, un clúster, asociaciones empresariales o centros de investigación".

Según las previsiones, en 2025 la planta producirá de manera operativa la primera tecnología (arseniuro de galio), y a partir de esta misma fecha se iniciarán las actividades del Centro de I+D que permitirá facilitar la incorporación de la segunda tecnología (fosfuro de indio), consolidando además procesos que permitirán la producción de productos propios en la planta.

La planta de semiconductores fotónicos, que se pondrá en marcha con un equipo humano inicial de 60 personas, cuenta con el apoyo de importantes organizaciones del sector aeroespacial y automoción así como organismos de investigación nacionales y europeos.

90.000 chips al año

SPARC fabricará más de 1.500 obleas al año, lo que supone 90.000 chips (cada oblea contiene 60 chips) y contará con una sala limpia de 1.600 metros cuadrados para la fabricación de los chips, además del centro de I+D.

En cuanto a la tecnología en concreto que empleará la planta, SPARC tiene como objetivo capitalizar el potencial de los semiconductores III-V para adaptarse al creciente número de mercados y aplicaciones que dependen en gran medida de la luz, la fotónica y la electrónica de alta velocidad. Los semiconductores III-V son materiales que se pueden utilizar para realizar fuentes de luz muy compactas y eficientes, lo que permitirá que SPARC tenga la capacidad para dirigirse a una gran base de clientes en una amplia gama de mercados diferentes, incluidas las comunicaciones ópticas, las pantallas, la iluminación, la industria aeroespacial, la automoción, la biomedicina, la detección y las tecnologías cuánticas, así como las tecnologías de alta velocidad o aplicaciones electrónicas de alta potencia.

En la actualidad, son 300 las empresas europeas que consumen este tipo de chips y una veintena de ellas ya han transmitido su interés en la nueva panta viguesa.

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