Hay muchas cifras en el panorama educativo, tanto general como universitario, que muestran a las claras la existencia de un techo de cristal y de una desigualdad real que se perpetúa a pesar de los avances en la esfera formal. Estos sesgos de género en la docencia universitaria permiten analizar la situación y sus causas, algo que quisieron hacer varias docentes de la Escola de Enxeñaría de Minas e Enerxía a través de unas jornadas. La directora del centro, Elena Alonso, y la profesora Teresa Rivas fueron las impulsoras de una propuesta de dos días de duración, una conferencia hoy martes y un taller el jueves, impartidos por Llerena Perozo, directora de Versátil Servizos Editoriais y especialista en comunicación y género.
El objetivo es identificar el sexismo en la docencia universitaria y reconocer la importancia de incluir la perspectiva de género en la docencia, en los espacios universitarios y en el sistema académico. Esta jornada se enmarca dentro de las Ayudas de la Unidad de Igualdad a actividades docentes con perspectiva de género.
Igualdad formal vs Igualdad real
Llerena Perozo comenzó su exposición dejando claro que, a pesar de que España es un país con una legislación muy amplia y un nivel de igualdad formal de los más altos del mundo, “no podemos caer en el engaño de que con esta protección formal tenemos el camino hecho y que el resto quedaría depositado en la voluntad de cada una de aprovechar las oportunidad que esta fórmula jurídica nos acerca”. En su opinión, la realidad es otra, “en la vida cotidiana, en la educación social y afectiva, en la manera en la que aprendemos a pensar” se mantienen los roles de género. Sostiene que los planes de igualdad o las legislaciones no puede hacer nada para “garantizar jurídicamente” esa ansiada igualdad real. “La única manera de que podamos cambiar nuestra forma de enfocar la realidad es que cambiemos nuestra manera de pensar, de leer la realidad y a nosotras mismas y mismos”.
Y en esa realidad se esconden los sesgos, en este caso de género, “la inclinación a juzgar y comportarnos en base a unas creencias previas que tenemos”. Según Perozo no percibimos esos sesgos, no somos conscientes de ellos y resulta muy complejo “hacer una lectura emocional, una lectura de nuestro comportamiento y de cómo fuimos aprendiendo a incluir esa visión machista en una naturalidad que no reconocemos, porque los sesgos parten siempre de lo que no estamos viendo”. Por este motivo, para la especialista la clave está en “identificar lo que no vemos”. Por ejemplo, explicó que no nos enteramos de que “nos irrita más en una niña que en un niño un comportamiento dominante, temperamental o enérgico”. Son estereotipos interiorizados que, según la experta, se trasladan después de lo privado a lo público, de la infancia a la edad adulta, de la casa al trabajo.
Del personal al laboral
Muestra de como los arquetipos y los roles género aprendidos en la esfera privada acaban por filtrarse a la pública son algunas cifras del sistema universitario español. Perozo citó, por ejemplo, el hecho de que en los grados de Informática solo un 12,2% del alumnado son mujeres y, en las ingenierías la cifra es del 28,4%. “Esto representa en sí mismo un fracaso social, porque seguimos asignando determinados roles y arquetipos a determinadas tareas”. Remarcó también que el 72% del profesorado en las diferentes etapas son mujeres; un porcentaje que baja al 66% en las universidades. Pero algunos datos son aún más significativos: “las mujeres representan el 96,7% del profesorado de Educación Infantil, desarrollando “el rol típicamente femenino, la formación de los pequeños”.
Por otra parte, en las universidades las mujeres, a pesar de ser el 66% del personal docente, solo ocupan el 14% de los cargos directivos. “Aquí es cuando comenzamos a pensar hasta donde llega la esfera privada y hasta donde llega ese sesgo que nos coloca en unas determinadas tareas y comportamientos según el género, trasladando el rol de una esfera a la otra”. A este respecto, remarcó que cuando las mujeres llegan a espacios exclusivos de la masculinidad, “nos encontramos con unas estructuras y normas de comportamiento que no se ajustan a nuestra educación social y emocional, acaban siendo espacios hostiles e incómodos y tenemos la sensación de estar en un entorno que no nos corresponde”. Este es, según Perozo, “un elemento común anclado a nuestra educación social y emocional”.
Eliminar el factor género no elimina la desigualdad
¿Pero que se puede hacer en este contexto “tan poco concreto, tan abstracto”? Llerena Perozo explica que uno de los principales sesgos de género es pensar que eliminado el factor género se elimina la fuente de desigualdad, como en el caso de los currículos neutros. Pero en su opinión es necesario hacer “todo lo contrario”, tener en cuenta el factor género “a la hora de valorar, mesurar y mismo calificar ya que, si socialmente las mujeres recibimos una educación no formal que propone ser discretas, no imponer nuestro criterio, no enfadarnos en público.... luego, en un contexto competitivo basado en esos comportamientos estamos en una desventaja clara”.
Charla taller el próximo día 29
La jornada de este martes se completa con un taller que tendrá lugar este jueves 29 también de la mano de Llerena Perozo, destinado a personal docente de la Universidad de Vigo, con preferencia para el profesorado de la Escola de Enxeñaría de Minas e Enerxía. Esta actividad se centrará en identificar el sexismo en la docencia universitaria, fundamentalmente en las propias profesoras.