El especialista en 3D, Benito Montenegro, ha activado una máquina del tiempo muy particular y especial para las vecinas y vecinos de Vigo. Sobre todo para aquellos que tiene sus orígenes en la zona de As Travesas o que han estudiado en el Santa Irene. Su último vídeo es toda una dosis de nostalgia, una creación que nos permite revisitar el Vigo de 1998, un Vigo que afrontaba los últimos meses del tranvía y en el que Praza América y su entorno (Camelias, Florida, Avenida Castelao o Gran Vía) presentaban un aspecto completamente diferente al que nos topamos ahora en nuestra rutina.
Benito Montenegro, que destacó hace unos años por su proyecto alternativo sobre las rampas mecánicas de Gran Vía, redondea un vídeo en 3D colosal en el que se cuidan todos los detalles. Pone el foco en esos cambios que ha experimentado Vigo. Sobre todo en Praza América, donde demuestra a las nuevas generaciones que hubo un pasado en el que el enorme vaso de la fuente que solo se usaba para las celebraciones del Celta era totalmente inexistente. Ahora, tras la humanización estrenada en mayo de 2019, Praza América se ha convertido en una pequeña plaza en medio del asfalto en el que conviven los transeúntes que se relajan sentados con el ruido del agua con otros que apresuran el paso para que no se ponga en rojo el semáforo de los peatones. Sin embargo, en 1968 la estética era muy distinta. Por aquel entonces predominaban los raíles por los que el tranvía era uno de los grandes protagonistas de la movilidad de las viguesas y vigueses, sumado a un tráfico donde, como bien recrea Montenegro, el claxon ya era predominante.
El especialista en 3D publicó este viaje a As Travesas de 1968 el pasado 23 de junio. En tan solo 48 horas se ha viralizado. En YouTube acumula más de 7.000 visualizaciones y ya ha disparado la nostalgia de muchas viguesas y vigueses. Para algunos, la producción ha permitido, a través de poco más de ocho minutos, conocer cómo era hace 54 años uno de los principales lugares de la urbe gallega. Además de constatar la transformación que se ha experimentado en más de medio siglo, Benito Montenegro permite al usuario suberse a uno de los tranvías que por aquel entonces circulaban por la ciudad olívica. Revisitar las cocheras, el instituto Santa Irene o simplemente contemplar la publicidad de la época de productos como "La Pitusa" o "Pikolin" o el transporte de Galerías Asefal redondean un vídeo que es pura historia de Vigo.
Pero el exitoso y viral vídeo de Benito Montenegro no es una iniciativa aislada. El especialista en 3D señala en la descripción de la creatividad que esta creación forma parte de un proyecto que envió al Concello de Vigo, una idea a la que puso el nombre de "Miradores virtuales". En sus planes estaba en situar unos tótems repartidos por la ciudad olívica con códigos QR en los que cada persona pudiera descargar estos vídeos que contendrían recreaciones virtuales "que pudieran ser históricamente interesantes". El objetivo era ambicioso. Estaríamos, metafóricamente, ante una máquina del tiempo, una acción que permitiría observar en directo cómo era Vigo en otra época desde esa ubicación y experimentar los cambios que sufrió. "Una vez completados los “miradores”, la ciudad se convertiría en una especie de Museo Virtual, repartido por toda su geografía", apunta Montenegro, que entre sus propuestas estaban A Guía, el Castillo de San Sebastián o García Barbón. Según indica el especialista en 3D, el Concello declinó la propuesta por falta de presupuesto, aunque él apunta que en esa propuesta jamás mencionó "ningún presupuesto, ni importe, ni costes, ni nada".
Pese a la negativa desde Praza do Rei, Benito Montenegro ha querido compartir una de esas creaciones, la del "mirador virtual" que él propondría situar en Praza América para hacer ese viaje al Vigo de 1968, un trayecto que permite inmortalizar el Vigo que vivieron aquellos que ahora son abuelos o bisabuelos y que permitieron forjar el gran Vigo que tenemos actualmente. Sus historias alcanzan otra dimensión con la presencia de una recreación de estas características, donde las icónicas cocheras del tranvía cobran vida. La tecnología permite estos milagros, un milagro que, de momento, nos permite subir a un tranvía y ver desde diferentes ángulos cómo era As Travesas hace más de medio siglo.