Vigo es el concello gallego con más piscinas y otros cuatro del área están en el Top 10

Vista aérea de una urbanización de Vigo // Google Maps

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Cinco de los diez municipios con mayor número de piscinas en Galicia se encuentran en el área metropolitana de Vigo. En un momento en el que la sequía se acentúa y la amenaza de un otoño muy complejo ha derivado ya en medidas de emergencia en los diferentes municipios gallegos -algunos incluso se han visto obligados a repartir agua embotellada-, el debate sobre la idoneidad de las piscinas vuelve a primera línea.

La pandemia derivó, tras su estallido, en un creciente interés de los gallegos por vivir en viviendas unifamiliares. Tras verse obligados a vivir encerrados en pisos de 80 metros cuadrados -muchas veces sin tan siquiera disponer de un balcón-, muchos se lanzaron a la mudanza a entornos más rurales -aprovechando las opciones del teletrabajo- o a concellos limítrofes a las grandes ciudades, donde disponer de viviendas más económicas y entornos más naturales. Pero unido a esta tendencia, la pandemia también derivó en un creciente interés por disfrutar en entornos controlados, alejados de aglomeraciones. Las piscinas en viviendas familiares se convirtieron en una opción de éxito. La lista de espera llegó a acumular meses para poder construir una y la demanda se multiplicó.

Vigo lidera la clasificación de municipios gallegos en cuanto a piscinas registradas legalmente. En total, existen 2.568 piscinas, de las que 2.475 son al aire libre y “solo” 93 son cubiertas.  En el “top 10” todavía encontramos otros cuatro municipios del área. El tercer concello de Galicia con más piscinas es Nigrán, con 1.264, el quinto es Gondomar, con 869, el octavo Tomiño, con 740, y el décimo Redondela, 723.  Ponteareas, Mos, Tui, Cangas, Baiona y O Porriño se encuentran también entre aquellos con mayor cantidad de estas instalaciones. Todo ello, además, teniendo en cuenta que estos datos del Catastro solo recogen las piscinas legalizadas y notificadas, pero no se incluyen aquellas desmontables, que también pueblan el paisaje gallego y que en el verano del año 2020 vivieron un auténtico boom al agotarse en la práctica totalidad de tiendas. En aquel primer verano de la pandemia, hacerse con una de ellas fue tarea imposible. Estas instalaciones son además mucho más económicas. Si construir una piscina puede tener un precio medio de 20.000 euros, según el cálculo de Fotocasa, una desmontable se sitúa en torno a los 1.000 euros.

Veranos como el actual, especialmente seco y cálido, está derivando en que muchos opten por construir piscinas. Una tendencia que, sin embargo, choca con el creciente problema de sequía, que obliga a reducir drásticamente el consumo. Los embalses gallegos continúan perdiendo reservas ante la ausencia de precipitaciones y algunos concellos como Pontevedra prohíben ya el llenado de las piscinas. En Vigo, el alcalde, Abel Caballero, pidió “que no se le ocurra a nadie” hacerlo. El debate, está, sin embargo abierto porque, con estas bases, todo indica que la demanda de las piscinas seguirá aumentando mientras los problemas de agua también lo harán.

Empresas como Homserve recuerdan la idoneidad de tomar medidas para el ahorro, como sustituir el cloro por oxígeno, permitiendo no renovar el agua en tres años, cubrir el agua para evitar la evaporación cuando no se está usando y mantenerla de forma correcta durante el invierno, para evitar el vaciado cada año. Optar por la cloración salina también permite reducir de forma eficaz el cambio de agua. Medidas como estas pueden permitir ahorrar más de 80.000 litros de agua por piscina cada temporada. 

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