Un vigués en el velero más antiguo del mundo

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Dice el refrán que hay un gallego hasta en la luna. No deja de ser una frase popular para simbolizar con cierto humor la tragedia que durante más tiempo del deseado marcó Galicia: la emigración. Sin embargo, también es cierto que los gallegos son, por definición, trotamundos. Los hechos nos refrendan para reafirmarnos en que no nos quedamos parados y, además, cuando salimos ahí fuera, destacamos.

José Antonio Fraile lleva toda una vida dedicándose a la mar. A este vigués de 62 años el suelo se le mueve más en tierra firme que en pleno océano. Tras una vida dedicado a la marina mercante, es desde hace cinco años el jefe de máquinas del barco escuela más antiguo del mundo: el "Sørlandet".

La historia de Fraile es si cabe más curiosa si tenemos en cuenta que sus raíces son de secano. Nacido en Madrid de padres castellanos, Fraile vivió en la ciudad desde los dos años. “Aunque soy más gallego que castellano, no siento excesiva morriña, quizá es algo que se transmite en los genes de los que nacen en Galicia”, bromea este hombre curtido en la mar. Quizá también la pasión por la navegación va en los genes, independientemente de tu origen de nacimiento.


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Después del trabajo en la marina mercante, ahora su viaje alrededor del mundo es más un “trabajo de jubilación”, aunque “también se trabaja”, avisa. Fraile y el velero al que apacigua desde la sala de máquinas ya se conocían antes de que la fundación del mismo nombre se hiciera cargo del mismo. Antes estaba alquilado a otra institución para la que Fraile trabajaba. Su maestría hizo que los noruegos también lo quisieran en el buque. La vida en pleno siglo XXI sin internet, solamente correo electrónico y teléfono satélite, no parece tan mal plan.

El velero acoge cada año a 62 estudiantes que viajan a cuatro continentes en más de 20 puertos diferentes. Hace dos años dieron la vuelta al mundo por primera vez. Una experiencia que dejaría la boca a cualquiera excepto a este curtido hombre de mar que se conoce al dedillo las zonas más incomunicadas del planeta, como las islas Asunción o Santa Elena.

Si hay un gallego en la luna su embajador vigués está en el velero de su categoría más antiguo todavía en uso. Y a toda máquina.


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