Sumar ha fracasado en los comicios gallegos celebrados en el día de hoy, su primer test electoral autonómico, al quedarse como fuerza extraparlamentaria tras cosechar un exiguo 1,86% del voto (25.195 papeletas) con el 91,22% escrutado, muy por debajo incluso de 3,9% que consiguió Galicia en Común en 2020.
Por su parte Podemos, que concurrió por su cuenta tras la fractura con Sumar, sigue con su desplome electoral que viene arrastrando desde 2019 y se sitúa en la irrelevancia en esta comunidad al obtener 0,25% del sufragio (3.469 votos), superado incluso por el PACMA.
El resultado supone un golpe para Sumar, que no logra sus mínimas expectativas de conseguir dos escaños (en Pontevedra y A Coruña) para ser claves en la gobernabilidad si el PP perdía la mayoría absoluta. Por tanto ni corrige la descomposición electoral que ya sufrió en 2020 la izquierda alternativa estatal (que entonces también contaba con una parte del nacionalismo) ni saca rédito de su presencia en el Gobierno nacional.
El mal resultado también empaña el liderazgo de Díaz, que pese a ser un referente político en Galicia (su comunidad natal) e implicarse en la campaña de Sumar, no ha podido corregir la concentración de voto progresista en el BNG.
Sumar, muy lejos de los votos que logró en las Generales
De esta forma, Sumar pierde bastante respaldo en relación a las elecciones generales, cita en la que logró un total de 178.691 votos, el 11,1% de los conseguidos en esta comunidad, que le valieron dos escaños por las circunscripciones de Pontevedra y A Coruña. Así, no ha logrado emular el apoyo electoral del 23J, al que apeló insistentemente durante la campaña.
Así, Sumar no ha logrado revertir el hundimiento de Galicia en Común-EU-Anova (la marca que auspició Podemos junto a Izquierda Unida y Anova, formación de carácter soberanista que milita Xosé Manuel Beiras y que en estos comicios brindó apoyo al BNG) cuando se quedó fuera del Parlamento gallego al cosechar solo el 3,9% del voto (51.223 votos), cámara en la que este espacio llegó a ser segunda fuerza política con la marca En Marea, que se descompuso por disputas internas.
Y es que en 2016 y en plena irrupción de Podemos (que no se presentó a las municipales anteriores), las mareas municipalistas, que lograron gobernar --entre otras-- tres ciudades (Santiago, A Coruña y Ferrol) e irrumpir en buena parte del territorio, la formación morada y la de aquella Izquierda Unida de Yolanda Díaz impulsaron la confluencia en el que se constituyó como partido, En Marea, logrando 14 escaños y 273.523 votos (el 19% total del sufragio emitido entonces).
De hecho, en las elecciones generales de 2015, En Marea logró el hito de obtener seis escaños en el Congreso y el 25% del voto emitido (410.698 papeletas). En ese ciclo electoral de hace casi una década superó al PSOE y absorbió buena parte del electorado del BNG, que consiguió salvar su grupo parlamentario con seis diputados, que se recuperó a partir de 2019 hasta convertirse en el principal partido progresista con representación en la cámara gallega (con 19 diputados). Y a partir de ese año perdió su poder municipal en las locales de 2019, la antesala a quedarse fuera del Parlamento autonómico al año siguiente.
El 18F llegó en un contexto complicado para Sumar
Desde las filas de Sumar ya apuntaban que los comicios en Galicia llegaban en un momento complicado, dado que están en plena fase de asentar el proyecto en su fase organizativa y sin tener consolidada una estructura territorial.
Sumar tuvo que acelerar y, tras constituirse como partido, emprendió una complicada negociación con Podemos e IU, que llegó a suscitar un preacuerdo de coalición que quedó frustrado después de que las bases del partido morado lo rechazaran.
Aparte y sin un referente claro en Galicia, tuvo que apostar por Marta Lois como candidata, lo que conllevó a dejar el Congreso y su puesto de portavoz en la cámara, donde era uno de los baluartes de Díaz en el grupo parlamentario.
Golpe electoral antes de la primera asamblea de Sumar
El resultado en Galicia empaña con esta varapalo electoral también la primera asamblea de Sumar, que se celebrará el 23 de marzo, para continuar consolidando un frente amplio con la sociedad civil en alianza con partidos progresista.
Además, Sumar también debe afrontar las próximas elecciones vascas, aún sin fecha y donde también hay fractura con Podemos, con encuestas difundidas que también apuntan a un retroceso de escaños del espacio, mientras Bildu sigue fuerte. Ya en 2020 en Euskadi Elkerrakin Podemos sufrió un batacazo al lograr seis diputados, la mitad de los obtenidos en su primer estreno electoral en la comunidad foral.
Por tanto, las elecciones gallegas dejan como uno de los retos para el futuro de Sumar afrontar el crecimiento de la izquierda soberanista. La estrategia de enfatizar las diferencias con el BNG y el PSOE, el discurso basado en expandir hacia Sumar el voto en Coruña y Pontevedra como clave para quitar escaños al PP y el desembarco en campaña de Díaz (la dirigente estatal con más actos) y los ministros de Sumar, no han sido suficientes para levantar sus opciones en estas elecciones, lastradas por el empuje del BNG al acaparar el voto útil en la izquierda.
Su irrupción como fuerza principal a la izquierda del PSOE en las últimas generales, siendo clave para revalidar el Gobierno de coalición, por ahora mantiene uno de los déficits de los que ya adolecía Podemos desde 2019, un mejor comportamiento a nivel estatal que no se traduce en clave de comicios autonómicos.
Podemos sigue con su descalabro
En el caso de Podemos, la formación morada que ha concurrido en coalición con Alianza Verde sigue con su mala tendencia en comicios regionales, tras la debacle que padeció en las últimas elecciones autonómicas del año pasado, donde pasó a ser fuerza extraparlamentaria en Madrid, Comunidad Valenciana y Canarias además de experimentar un fuerte retroceso en Aragón, Baleares y Asturias (con un solo diputado en estas autonomías). Dicha cita electoral supuso la pérdida de todos los gobiernos autonómicos a excepción de Navarra, donde reside su única consejera autonómica. Ahora, en estas elecciones gallegas los morados son incluso superados en votos por el PACMA, aunque en el partido eran conscientes de que era muy difícil obtener representación en Galicia, ante la pujanza electoral del BNG. No obstante, evidencia su debilidad territorial al quedarse como formación residual en la izquierda tras romper con Sumar.
De cara al ciclo electoral la apuesta del partido para rearmarse pasa sobre todo por las elecciones europeas, con la exministra de Igualdad Irene Montero como candidata, y también se ven en Euskadi con más fortaleza que el proyecto que abandera Díaz.