Un total de 44 establecimientos pertenecientes a 14 panaderías de Galicia comenzaron este miércoles a vender las primeras piezas bajo la nueva Indicación Xeográfica Protexida (IXP) Pan Galego. De ellas, dos se encuentra en Vigo y ofrecen ya este pan con sello de calidad que pretende diferenciarse de otras creaciones al seguir una serie de requisitos en su elaboración.
En concreto, en Vigo, ya venden estos panes con Indicación Xeográfica Protexida la Panadería Supan (ubicada en Pizarro, 55 frente al nuevo Burger King junto al Mercadona) y en la Panadería Elena, situada en Avenida da Ponte 32, en Cabral.
En el acto de presentación de la IXP, el director de la Agencia Gallega de la Calidad Alimentaria, José Luis Cabarcos, señaló que las panaderías que distribuyen desde hoy el producto certificado superaron todos los controles previos, garantía del cumplimiento de los requisitos establecidos en el pliego de condiciones para la elaboración de Pan Galego. Así, venderán las piezas envasadas e identificadas con una etiqueta numerada en la que figura el logotipo de la indicación geográfica protegida, asegurando su rastreabilidad en todo momento.
Cabarcos apuntó que se siguen tramitando más solicitudes de inscripción en el registro de la IXP, por lo que en breve aumentará el número de puntos de venta autorizados a distribuir este pan con todas las garantías para los consumidores. Asimismo, se mantiene abierto el plazo para que se registren en la IXP tanto los productores de trigo autóctono, como los molinos y panaderías interesados en acogerse la este nuevo sello de calidad.
¿Qué diferencia al Pan Galego?
La calidad diferencial del producto amparado bajo a IXP Pan Galego se debe a su origen, a las características de sus ingredientes y a su forma de elaboración, requisitos todos ellos recogidos en el pliego de condiciones de la IXP aprobado por la Unión Europea. En lo que respeta a los ingredientes, debe emplearse harina de trigo de la que, como mínimo, el 25% procederá de trigos de variedades autóctonas de Galicia entre las que destacan el callobre y el caveiro (“trigo do país”). También agua, masa madre (que representa un mínimo del 15% del peso de la harina amasada), sal común y, opcionalmente, levadura biológica.
El Pan Galego puede presentarse con cuatro formatos diferentes: bolo o hogaza, roscón, bola o torta y barra. El sabor intenso a trigo con un punto ligeramente ácido y muy aromático, así como su corteza crujiente y el pedazo de textura esponjosa y alveolado abundante, son solo algunas de las señales de identidad de este producto tan característico de la cultura gastronómica gallega.
El consumidor podrá comprar Pan Galego en los puntos de venta registrados en la indicación geográfica. Mientras las piezas inferiores a 1.500 gramos serán expedidas, envasadas y etiquetadas en piezas enteras, en formatos superiores se permitirá el corte en la propia panadería, siempre que se haga en presencia del cliente. Eso sí, antes de su fraccionamiento, la pieza deberá estar correctamente identificada. Además incluirá el logotipo de la IXP y el número de serie específico en su correspondiente etiqueta.
Las 14 panaderías inscritas hasta el momento están emplazadas en las localidades coruñesas de Carral, Oleiros, Curtis, Cerceda, Mesía y Coristanco, así como en la ciudad de Lugo y en el ayuntamiento lucense de Palas de Rei. En la provincia de Pontevedra, dos se localizan en Vigo y otras dos en los municipios de Vilanova de Arousa y A Estrada, mientras en Ourense se encuentran en Allariz y en San Cristovo de Cea.
Características del Pan Galego
Corteza:
- Color desde dorado a marrón oscuro.
- Grosor medio, generalmente de 3 mm a 10 mm. En el caso de la del formato "barra" el grosor oscila habitualmente entre 1 mm y 3 mm.
- Consistencia crujiente y de dureza variable en función del formato (mayor dureza en los formatos "Bolo" y "Rosca").
Miga:
- Color de blanco oscuro a crema pálido.
- Textura: esponjosa.
- Alveolado: abundante, de tamaño y distribución irregular
Sabor:
Por lo que se refiere al sabor y aroma, hay que señalar que es un pan de sabor intenso a trigo con un punto ligeramente ácido, y muy aromático. Su fuerte corteza actúa de protección, lo que le permite mantener durante muchas horas su consistencia dura y crujiente y la textura esponjosa de la miga, por lo que es habitual su consumo pasadas 48 horas desde la elaboración, e incluso más.