Cinco pueblos de Peneda-Gerês para perderse por la naturaleza del norte de Portugal

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El Parque Nacional Peneda-Gerês, único Parque Nacional de Portugal, se encuentra al norte del país luso y es un espacio natural con muchas joyas por descubrir. Aunque sea imposible conocer todo el Parque en una sola visita, este destino paradisiaco, a poco más de una hora de la ciudad olívica, logrará sorprenderte con sus rincones históricos, su flora, su fauna, cascadas, puentes o incluso zonas para practicar deportes acuáticos.

A continuación podrás consultar cinco pueblos del norte de Portugal, que se encuentran en Peneda-Gerês y son perfectos para desconectar en mitad de la naturaleza y viajar al pasado. Muy cerca del Parque Nacional portugués, aunque no en su interior, se encuentra Sistelo, también conocido como el "Tibet de Portugal", un pueblo con gran atractivo turístico por sus socalcos con cultivos de maíz.

Vila do Gerês

Vila do Gerês // Turismo Cámara Municipal Terras de Bouro

La Vila do Gerês se encuentra en el valle del río Gerês y es uno de los pueblos más conocidos del Parque Nacional portugués, por sus termas y su balneario. Este pequeño núcleo urbano está rodeado por una zona de frondosos bosques con auténticos paraísos naturales, como la cascada de Tahiti, la de Pinçaes o la do Arado, a los que se puede llegar tomando los diferentes senderos que salen desde Vila do Gerês. Muy cerca se encuentran una serie de miradores desde lo que contemplar las maravillas del Parque, como el Miradouro da Fraga Negra, el Miradouro da Boneca, el Baloiço da Boneca, el Miradouro da Pedra Bela, el Miradouro Caldas do Gerez o el Miradouro Mirante Velho.

Otra de las atracciones turísticas de este pequeño pueblo es el Parque das Termas o Tude de Sousa, en honor a Tude Martins de Sousa. Se trata de un espacio natural, de dos hectáreas que abre únicamente de mayo a octubre y la entrada tiene un precio de 1,50 euros. En este parque hay árboles centenarios, un pequeño lago por el que se puede navegar en barca, grutas artificiales y piscinas, abiertas también por temporadas.

Castro Laboreiro

Castro de Laboreriro // iStock estivillml

La aldea de Castro de Laboreriro se encuentra en el extremo Norte del Alto Miño, en el concelho de Melgaço, y destaca por su rico patrimonio histórico y arquitectónico. Una de las grandes atracciones turísticas son las ruinas del Castillo de Castro Laboreiro, del que se conservan las murallas y las puertas, entre las que destaca la "Porta do Sapo". A estas ruinas, hay que sumar la Igreja Matriz de Castro Laboreiro y el Pelourinho de Castro Laboreiro, del siglo XVI y clasificado como Imovél de Interesse Público. Este pueblo está situado a más de 1.000 metros de altitud en la cima de una montaña, por lo que ofrece unas vistas privilegiadas del paisaje, en el que las montañas cuidadosamente esculpidas se llevan todo el protagonismo.

Este pequeño pueblo destaca por ser uno de los más emblemáticos del Parque, resultado del aislamiento al que estuvo sometido en el pasado, que permitió que llegase prácticamente intacto a nuestros días. El río Laboreiro salpica buena parte del entorno de la región, lo que deja parajes de gran belleza como cascadas, lagunas, molinos, pozas y un gran número de puentes de diferentes épocas históricas. Además, esta aldea también cuenta con un guardián muy especial, el pero de Castro Laboreiro, una raza típica de la región.

Lindoso

Castillo de Lindoso // iStock SteveAllenPhoto

Lindoso, en el concelho de Ponte da Barca, se encuentra en a la frontera de Ourense con Portugal, a orilla del río Limia, y es una de las aldeas más reconocidas del Parque. Este reconocimiento se debe a sus 64 famosos espigueiros, los hórreos portugueses, que conforman la agrupación de este tipo de construcciones más grande de Europa.

Junto a este conjunto de espigueiros se encuentran las ruinas del castillo medieval de Lindoso, una fortaleza del siglo XIII, considerada uno de los monumentos militares más importantes de Portugal. Actualmente, el castillo es una extensión de la Porta do Parque Nacional da Peneda-Gerês y alberga una exposición permanente de la colección del Museu Militar. Entre sus numerosos encantos es destacable la Torre del Homenaje, que alcanza los 15 metros y ofrece unas vistas espectaculares. Las montañas de Ponte da Barca también conservan un gran número de cabañas de pastores, unas antiguas construcciones circulares de piedra, que suelen estar junto a una cerca, también de piedra, donde los pastores se resguardan y encerraban al ganado para que no se escapara.

Soajo

Espigueiros de Soajo // iStock Marcelo Ferreira

Muy cerca de Lindoso, a unos minutos en coche y perteneciente al municipio de Arcos de Valdevez, se encuentra Soajo, otra de las pequeñas aldeas del Parque Nacional conocida por sus tradicionales espigueiros de piedra. Además del conjunto de 24 hórreos portugueses, este pequeño pueblo es conocido por su pelourinho, un monumento con cara antropomórfica situado en mitad de la plaza principal y declarado Monumento Nacional en 1910.

Aunque los espigueiros sean el gran atractivo de Soajo, también son destacables las numerosas rutas de senderismo que parten desde este punto, como el Caminho do Pao o el Caminho da Fé, que permiten conocer parajes único como el puente Ladeira, las cascadas do Poço do Bento o el Poço Negro o las lagunas de Travanca.

Pitões das Júnias

Pitões das Júnias // iStock Tiago_Fernandez

En Montalegre, a 1.200 metros de altitud, se alza Pitões das Júnias, un pueblo típico de montaña que todavía conserva algunas huellas del pasado. En esta pequeña aldea portuguesa, rodeada de paisaje rocoso, es posible ver de cerca las tradicionales choupanas, una especie de cabañas, típicas de la región, con techos de paja.

Aunque sin duda, el gran atractivo de este pueblecito, en mitad de la naturaleza portuguesa, son las ruinas del Monasterio de Santa María das Júnias, construido en el siglo IX y considerado Monumento Nacional. Además, alrededor de la aldea también discurren una serie de caminos que llevan a conocer joyas naturales como las cascadas de Pitões das Júnias.

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