La Mata Nacional de Bussaco sorprende nada más acercarnos a sus imponentes puertas de acceso. En su interior, este espacio protegido portugués esconde un exuberante bosque que parece salido del más profundo de nuestros sueños. Impresionantes árboles de especies exóticas, helechos gigantes y densas concentraciones de flora relicta conviven en silencio con un majestuoso palacio, fuentes monumentales, un antiguo convento y una serie de austeras ermitas. Tal y como expresó el escritor y premio nobel José Saramago: “La Mata do Bussaco no se describe, lo mejor es perderse en ella”.
A lo largo y ancho de sus 105 hectáreas de superficie, este espacio protegido situado en el municipio de Mealhada, muy cerca de Coimbra, ofrece una extensa red de senderos donde parece que el tiempo se detiene. Y allí, sin prisa, podemos ir descubriendo una de las mayores reservas de biodiversidad que existen en el país vecino, pues atesora cerca de 400 especies de flora autóctona y casi otras 300 de origen foráneo.
Pero, a pesar que el 80% de este espacio es arbolado, también destaca un importante patrimonio histórico artístico. Un convento carmelita del siglo XVII, la única Vía Sacra en el mundo hecha a escala de Jerusalén, un palacio neomanuelino del siglo XIX, varios espacios ajardinados y fuentes monumentales van jalonando los senderos que comunican las diversas áreas de este gran espacio verde.
Bussaco es un lugar para disfrutar de la naturaleza haciendo alguna de sus rutas, pero también para dar cómodos y refrescantes paseos o pasar una jornada tranquila en contacto con la naturaleza. Así, en la zona próxima al Palacio hotel y al convento, existe una área de hostelería, aseos y una pequeña tienda.
Bussaco se encuentra a menos de tres horas de Vigo, en la freguesía portuguesa de Luso, muy conocida por sus aguas. Para llegar a la Mata Nacional lo más sencillo es tomar las autopistas A3 y A1 en dirección a Mealhada. En la A1 tomaremos la salida 14 hasta llegar a Luso y desde allí llegaremos fácilmente siguiendo las indicaciones hacia la Mata Nacional.
Bussaco se encuentra rodeado por una antigua y monumental cerca de cierre con varias puertas de acceso. La entrada a pie al recinto es gratuita y también es posible acceder en vehículo rodado pagando la correspondiente tasa en función del vehículo en el que se acceda. Una vez pagado el billete (de 7 euros por vehículo ligero) es válido para todo el día, por lo que es posible salir y volver a entrar haciendo uso de la misma entrada.
En la garita de entrada no hay folletos, si bien en la tienda de la Mata Nacional pueden adquirirse planos con información por el precio de 1 euro. En todo caso, es posible hacer la visita por libre, siguiendo la señalización y leyendo los paneles informativos sobre fauna, flora y patrimonio cultural colocados en algunos puntos.
Los mágicos espacios de Bussaco se han ido moldeando con el paso de los siglos y los diferentes usos que han albergado. El origen de este núcleo boscoso lo encontramos estrechamente relacionado al monasterio carmelita de Santa Cruz, fundado en el siglo XVII. En 1628, el obispo de Coimbra D. Joao Manuel dona a la orden de los Carmelitas Descalzos esta finca para la construcción del monasterio en el que, dos años después, comenzarían a vivir en retiro espiritual hasta 1834.
Así, se irá construyendo no solo el convento, sino también una vía sacra compuesta por una veintena de pasos (estaciones que representan escenas de la prisión y pasión de Cristo), 11 ermitas dispersas para retiros de especial aislamiento (la gran mayoría han resistido el paso del tiempo) y varias capillas de devoción. Pero la comunidad monástica, en sucesivas generaciones, también fue reforestando este lugar, cuyo microclima especial lo convierte en un refugio singular para la biodiversidad. En esas tareas, los religiosos no sólo se centraron en especies autóctonas, sino que también introdujeron otras procedentes de ultramar.
En 27 de septiembre de 1810 el lugar fue escenario de la “Batalha do Bussaco”, que enfrentó a las tropas napoleónicas contra portugueses y sus aliados ingleses. En aquel momento el teniente general Arthur Wellesley (quien más tarde sería nombrado Duque de Wellington), tomó el convento como base de operaciones y pernoctó en una de sus celdas.
Pocos años después de este suceso, en 1834 los Carmelitas abandonaron Bussaco al decretarse en Portugal la extinción de las órdenes religiosas y, tras pasar un por un periodo de transición, finalmente en 1856 pasa a manos de la Administraçao Geral das Matas do Reino. Desde este momento y durante la primera década del siglo XX hubo una serie de actuaciones que convirtieron este espacio en una zona de recreo con espacios ajardinados, fuentes monumentales. De esta época son su famoso Valle de los Helechos (Vale dos Fentos) y el Palace Hotel do Busaco. Actualmente, este espacio natural está gestionado por la Fundaçao Mata do Bussaco.
Bussaco ofrece numerosas opciones de visita, ya que se pueden encontrar verdaderos “monumentos botánicos” junto a singulares obras de interés histórico-artístico y espacios de relax y recreo. Para aprovechar al máximo la visita a la Mata Nacional do Bussaco, hemos elaborado un listado con las paradas imprescindibles y algunas recomendaciones.
El Palace Hotel es uno de los principales atractivos de Bussaco. Proyectado en XIX por el arquitecto italiano Luigi Manini en estilo neomanuelino, su exuberante decoración nos habla de lujo y confort. No en vano, la monarca consorte María Pia había querido crear allí un palacio real, si bien estos planes no llegaron a una concreción y finalmente salió adelante el proyecto de hotel.
Destaca de este majestuoso edificio su profusa decoración, los trabajos escultóricos y los paneles de azulejo. El hotel exhibe perfiles de la Torre de Belén y elementos que recuerdan al claustro del monasterio de Santa María de Belén, espacios en lo que Manini se inspiró para el Palace Hotel.
Llama poderosamente la atención la vistosidad de su fachada, con el contraste de blanco y negro, según la técnica de los “embrechados”, realizados con pequeños fragmentos de cuarzo, basalto, escorias de hierro y corteza. Se trata de una técnica que quiere imitar a la naturaleza y que, teniendo en cuenta sus materiales, quiere mostrar la “pobreza” desde la que los carmelitas entendían su vida monástica.
A día de hoy, además de ser espacio de visita, el convento es escenario de conciertos, exposiciones y ceremonias religiosas.
Esta Mata Nacional nos ofrece 250 especies diferentes de árboles, muchos de ellos de gran porte y antigüedad, erigiéndose en verdaderos monumentos verdes. Encontraremos diversas especies exóticas, procedentes de lugares tan lejanos como Centro América, Estados Unidos o Australia.
Entre estos árboles notables destaca especialmente el conocido como “Cedro de Bussaco”. Se trata de una especie típica de Centroamérica y en la mata se pueden encontrar varios ejemplares que superan los 100 años de vida. El más llamativo es el “Cedro de San José” (así llamado por estar cerca de la capilla dedicada a este santo), uno de los más antiguos (del siglo XVII) y con un porte espectacular: 32,9 metros de altura y 5,43 m de perímetro (medido a la altura del pecho).
También destacan otros ejemplares como un eucalipto gigante casi 73 metros de altura, una araucaria que ronda los 30 metros o varios ejemplares de secuoya de más de 45 metros de altura.
Junto a estas especies foráneas también destaca el conocido como “Olivo de Wellington”, grandes masas de acebos y un bosque de adernos único en Europa. Este adernal adquiere especial valor por tratarse de una especie relicta.
Sin duda, un paseo por las zonas de jardines y fuentes de Bussaco es una opción de lo más relajante. Entre ellas destaca la “Fonte Fría”, con su escalinata monumental, y los dos estanques (Lago Grande y el Lago Pequeño) que hay en sus inmediaciones.
Muy cerca de esta zona se encuentra otro de los imprescindibles: los dos espacios de alameda de helechos arbóreos, el llamado “Vale dos Fentos”. En ellos podremos ver, perfectamente alineados, una serie de helechos gigantes australianos (dicksonia antárctica) que fueron plantados a finales del siglo XIX.
La zona más elevada de Bussaco se encuentra a 248 metros de altura, así que acercarse a zonas como la Cruz Alta o la Ermida do Sepulcro es una excelente opción para disfrutar de una panorámica de todo el entorno, pero también de una vista de conjunto de este mágico lugar, donde el Palacio siempre parece reclamar su protagonismo central.
La Vía Sacra de Bussaco está compuesta por un total de 20 pasos que, a lo largo de casi 3 kilómetros, representan diversas escenas religiosas de la prisión y la pasión de Cristo. El inicio de su construcción se remonta al siglo XVII, aunque las figuras de barro que podemos ver en el interior de cada una de las capillitas que jalonan este camino datan de 1938.
Además de la Vía Sacra, en Bussaco se conservan varias capillas de devoción y ermitas de penitencia de la época de los carmelitas. Las encontraremos diseminadas y en diferentes estados de conservación, pero siempre acompañadas de la exuberante naturaleza que caracteriza el lugar.
La visita a la Mata Nacional de Bussaco puede hacerse por libre o bien siguiendo alguna de las propuestas de la red de senderos (trilhos) señalizados que tiene este espacio. En total son 4 rutas, dos dedicadas a patrimonio natural y otras dos a patrimonio cultural y todas ellas de dificultad media.
Las rutas de patrimonio natural son el “Trilho da Água” (TA), de 3,3km y duración estimada de 3 horas y la de la “Floresta Reliquia” (TFR), itinerario de 2 km de longitud y unas 2 horas de duración aproximada.
En cuanto a las vías de contenido cultural, el “Trilho Militar” (TM) propone un itinerario de cerca de 2,5kilómetros que puede completarse en unas 2 horas y media. Por su parte, la “Vía Sacra” (TVS) ronda los 3 kilómetros, también tiene dificultad media y la duración estimada del recorrido está en 3 horas.
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