Con su existencia milenaria, y pese a los efectos de la erosión que va desgastando sus trabajados surcos, los petroglifos que salpican las rocas de nuestros montes siguen luchando heroicamente contra el paso del tiempo. Sus enigmáticas formas, curvas y combinaciones de motivos, así como sus emplazamientos en el paisaje, llevan siglos estimulando nuestra creatividad y generando un importante (e igualmente valioso) patrimonio inmaterial. Han inspirado antiguas leyendas de mouros y mouras, historias sobre tesoros y códigos secretos que solo los elegidos saben leer… Y, con el paso de los años, sus leyendas incluso han motivado alguna que otra búsqueda de supuestas riquezas escondidas.
Ríos de tinta se han escrito sobre este legado de tiempos lejanos que ha llegado a nuestros días: desde mitos e historias llenas de fantasía hasta las más rigurosas investigaciones y estudios científicos. Hoy, muchos de ellos han sido musealizados y podemos disfrutarlos con comodidad, pero también es nuestro deber conocer las precauciones que debemos guardar para no ocasionar deterioros.
En la comarca de O Baixo Miño existe una buena muestra de conjuntos de arte rupestre, en muchos casos en lugares acondicionados que facilitan la visita y la lectura de los grabados a las personas que no son expertas en la materia. A continuación te ofrecemos una selección de algunos de los imprescindibles (hay muchísimos más que bien merece la pena descubrir), que hemos elegido atendiendo a su singularidad, estado de conservación, buena accesibilidad, existencia de información, la belleza del paisaje en el que se encuentran enclavados y por el encanto de su folklore asociado.
Todos ellos datan aproximadamente de la Edad del Bronce (hace unos 5.000-4.000 años) aunque, en algunos casos, conviven con algunos grabados realizados en épocas posteriores. En muchas ocasiones estas marcas modernas son cruces que tenían el objetivo de cristianizar lugares paganos que, sin duda, tuvieron un valor simbólico elevado para nuestros antepasados.
Los conjuntos seleccionados configuran una ruta con paradas en los cinco municipios que conforman O Baixo Miño. Un itinerario que nos hará conectar con el corazón de las piedras y, al mismo tiempo, disfrutar de sorprendentes miradores, puesto que es bastante habitual encontrar este tipo de vestigios arqueológicos en lugares con cierta elevación y amplio dominio visual de sus alrededores.
Esta es nuestra selección para disfrutar, de forma ágil, cómoda y sencilla, de lo mejor del arte rupestre prehistórico del Baixo Miño:
En la parroquia tomiñesa de Santa María de Tebra, en la zona límite entre los municipios de Tomiño y Gondomar, encontramos varios conjuntos de petroglifos entre los que destacan las mayores combinaciones de círculos concéntricos de Europa, a las que podemos acceder siguiendo las indicaciones y carteles informativos del ecoparque del Monte Tetón. Recorriendo la plataforma que nos ayuda a bordear el gran conjunto rocoso den el petroglifo de As Portaxes podremos contemplar una combinación de 18 círculos concéntricos (casi 250 centímetros de diámetro) junto a otros motivos, pues, en total, se conservan varios cientos de grabados. La profusión de grabados y una buena luz nos permitirá distinguir sin demasiado esfuerzo figuras humanas, cuadrúpedos montados por jinetes, escenas de caza, coviñas (cazoletas), armas, formas geométricas, molinos rupestres, etc.
A unos 350 metros de este lugar, cerca de una caseta pétrea de vigilancia forestal con impresionantes vistas al Miño, situada a casi 400 metros de altitud; encontraremos los petroglifos de Real Seco. Entre ellos destaca otra combinación de círculos concéntricos, en este caso de un diámetro mayor que el de As Portaxes (350 cm de diámetro máximo) aunque en peor estado de conservación y, por tanto, de difícil visibilidad.
Para llegar hasta el Monte Tetón lo más fácil es acceder por la carretera PO-344 que une los municipios de Tomiño y Gondomar, donde encontraremos la señalización del ecoparque. Una vez dejemos el coche, podemos seguir las señales de la ruta que, en las zonas de petroglifos, se complementa con carteles informativos. El tramo más complicado, debido a la pendiente terreno, es la subida hasta las zonas de los petroglifos. Son pocos metros, pero con un desnivel considerable.
En los montes de la parroquia de Randufe (Tui) destacan los grabados de un total de 14 rocas que forman el conjunto situado en el Alto do Coello, Fontiñas y Rozacús. Algunos de estos petroglifos fueron realizados en épocas tempranas como el Neolítico (5.000-2.000 antes de Cristo) y la Edad del Bronce (2.000 antes de Cristo), si bien otros son de realización medieval y moderna.
Cada una de estas zonas cuenta con señalización y paneles con calcos que ayudan a leer las historias milenarias que relata cada roca. En ellas encontraremos desde sencillos molinos rupestres hasta formas geométricas (especialmente combinaciones circulares) y figuras de cuadrúpedos (caballos). En algunas de ellas también encontramos marcas de cruces, realizadas en épocas históricas con el objetivo de cristianizar anteriores símbolos paganos.
Para llegar al Alto do Coello lo más sencillo es acceder desde la PO-340, pues se encuentran muy cerca de la carretera y podemos acercar el coche hasta la zona de área recreativa y mirador. A partir de ahí, recorriendo una corta distancia podremos completar el itinerario que nos lleva a descubrir los “mensajes” ocultos en los 14 grupos de grabados.
En los montes comunales de As Eiras se encuentra el excepcional conjunto de petroglifos de Ghorghalado. La peculiaridad de este conjunto rosaleiro no viene marcada por la originalidad de sus motivos, sino por el tipo de superficie en la que han sido grabados. Si bien lo habitual es que en Galicia encontremos petroglifos en granito, en este caso los descubriremos en rocas esquistosas.
Si no somos expertos, puede que la laminación tan característica de esta roca nos dificulte la identificación de los diferentes motivos. Si nos ayudamos de los paneles informativos y llegamos en un momento de buena luz, sin duda obtendremos las mejores vistas de este conjunto en el que abundan formas como las combinaciones circulares y las líneas serpentiformes.
Para llegar a los petroglifos de Ghorghalado podemos acceder desde la carretera PO-552 A Guarda –Tui en el lugar de A Portela, en Tabagón (O Rosal). Están situados muy cerca de la carretera, accesibles caminando por una pista de monte, señalizados y cuentan con una plataforma que facilita la visualización y la accesibilidad a la roca.
Uno de los sitios arqueológicos de referencia en O Baixo Miño y en todo el noroeste peninsular, sin duda, el monte de Santa Trega. Conocido por su castro y por sus impresionantes vistas de la desembocadura del Miño, este valiosísimo enclave prehistórico también alberga varias rocas con grabados prehistóricos y con leyendas asociadas a algunos de ellos.
De los diversos conjuntos rupestres conservados destaca especialmente el conocido con el sugerente nombre de “O Mapa”. En las primeras décadas del siglo XX, diversos estudiosos interpretaron este conjunto de la Edad de Bronce como una representación cartográfica del Trega y el tramo final del Miño cuando, según decía la tradición (y científicamente descartado en la actualidad), el río contaba con dos desembocaduras y este monte era una isla situada en el medio de ambos corredores fluviales.
Por otra parte, la roca situada a su derecha, conocida como “Laxe Sagrada”, también cuenta con su propia leyenda, en este caso vinculada a la existencia de un tesoro oculto que coexistiría junto a diversos peligros para la villa de A Guarda. Así, mientras que un volcán de oro traería riqueza, un volcán de agua inundaría la población y el de fuego la haría sucumbir pasto de las llamas.
Para llegar hasta estos grabados no tenemos más que acercarnos hasta sitio arqueológico del Trega en, A Guarda. En la zona del poblado castreño, muy cerca de una de las cabañas reconstruidas, encontraremos un panel que nos situará delante de “O Mapa”.
Desde A Guarda y tomando dirección norte por la carretera que lleva a Baiona, dentro del municipio de Oia podemos hacer una parada en A Pedreira para disfrutar de sus grabados rupestres y sus impresionantes vistas al océano Atlántico.
En la zona conocida como A Pedreira, en la parroquia de Santa María de Oia, existen varias rocas con grabados rupestres, entre las que destacan dos grandes rocas planas orientadas hacia el mar y adornadas con un sinfín de líneas y coviñas interconectadas. Muy cerca de ellas, también podemos observar un conjunto de molinos rupestres.
Para acceder a este lugar debemos tomar la PO-552 y, a la altura de la parroquia de Santa María de Oia, desviarnos por la Subida á Valga y continuar aproximadamente un kilómetro hasta encontrar la cartelería del inicio de la Ruta Máxica. A partir de ahí, debemos caminar unos 500 metros por pista de tierra para, siguiendo la señalización, llegar al enclave arqueológico y mirador.
Para alguien que no sea experto, contemplar los grabados en las rocas puede resultar algo difícil, sobre todo si no aprovechamos condiciones de luz óptimas para ello. El amanecer y el atardecer en días despejados son los mejores momentos, aprovechando que las sombras realzan los surcos y, de esta forma, se visualizan mucho mejor las distintas formas insculturadas en las rocas.
Si el día está nublado, con una luz difusa, será difícil que podamos apreciar los grabados en las rocas aunque, si llega la lluvia, quizás el brillo de las rocas mojadas o el encharcamiento de los surcos pueda jugar a nuestro favor y facilitarnos la contemplación.
Una buena opción para el verano, cuando las temperaturas nocturnas son más agradables, es acudir de noche y ayudarnos de la luz de una linterna para resaltar los surcos. Aplicando la luz con la inclinación idónea conseguiremos ver espectaculares grabados en lugares que, a plena luz del sol, podrían pasarnos totalmente desapercibidos.
Otra cuestión que debemos tener en cuenta es la fragilidad de estos enclaves y la necesidad de seguir unas pautas de comportamiento durante nuestra visita a fin de generar el menor impacto posible en el entorno. Además de no dejar desperdicios en el medio natural, es indispensable evitar pisar o aplicar líquidos u otros productos sobre las superficies grabadas. Estos petroglifos llevan varios miles de años resistiendo al paso del tiempo, incendios y procesos de erosión natural… No está de más mimarlos un poco y contribuir a que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando de las auténticas “piedras preciosas” que pueblan los montes gallegos.
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