Mondariz era lugar de paso de la vía romana XVIII, en el Itinerario de Antonino, que unía Braga con Astorga. El río Tea que baña el Concello interrumpía el camino, por lo que hubo de construirse algún que otro puente. El de Cernadela, que actualmente presenta una estructura del siglo XV, conserva historia y belleza y es el objetivo de una sencilla ruta de menos de seis kilómetros, ida y vuelta, con playas fluviales y otros puentes sobre este diáfano torrente.
A espaldas del complejo del Balneario de Mondariz corre el Tea en un precioso y cuidado paraje que incluye la señalización de varios senderos. Para empezar este paseo se puede dejar el coche en la avenida de Enrique Peinador Vela y buscar el club de piragüismo de la zona, donde se encuentra el primero de los paneles informativos de la ruta. En este punto el Tea coincide con el río Xabriña, formando una piscina natural. Está señalizado un coto de pesca, habituales a lo largo de todo el río, pues aquí se pueden capturar desde salmones a lampreas. Con el agua a mano izquierda se inicia la ruta por el sendero de tierra.
A pocos metros del inicio un puente de hierro permite tener las primeras impresiones del río desde el centro. El Tea nace en el monte Mancelo, en el vecino Covelo, y sirve de límite natural entre los Concellos de Mondariz y Covelo, Mondariz Balneario y Ponteareas, y entre este y Salvaterra de Miño.
El camino se integra dentro del espacio Natura 2000. Robles, fresnos o sauces predominan en la zona, pero la verdadera protagonista es el agua. Su transparencia es extraordinaria y la primera playa fluvial, la de O Vao, aparece a unos dos kilómetros, después de cruzar el primero de los puentes romanos de la ruta. Desde esta zona, que cuenta con un arenal, aparcamiento e incluso chiringuito, se ve una fábrica de agua embotellada, pues aquí nace uno de los manantiales históricos de la zona, declarado en 1897 fuente de utilidad pública.
Siguiendo la senda ceñida por los robles, cerca de los tres kilómetros se presenta el puente de Cernadela con sus cinco arcos desiguales. El central está construido gracias a una estructura de medio punto, lo que le da una forma más redondeada; mientras que los otros son ojivales. Aunque aquí existió un paso romano, lo que hoy se observa es una construcción del siglo XV con modificaciones en el XVII y XVIII. A ambos lados del puente todavía existen dos edificaciones en las que los carrilanos podían resguardarse y descansar de los largos trayectos que realizaban.
El puente esconde a sus espaldas una playa fluvial, que recibe el mismo nombre que el pasarela de piedra, y un molino, casi ocultos entre la frondosidad de la ribera. Se trata de la meta de esta propuesta, pero la senda continúa siguiendo el curso del río, pudiendo realizar hasta 12 kilómetros de caminata.
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