Nicolás Pastoriza presenta su último disco, PyME, con un concierto este viernes 30 de noviembre a las 22.00 horas en La Fábrica de Chocolate (5 euros en taquilla). Con más de tres décadas en la industria musical y después de liderar grupos como Bromea o qué?, Ectoplasma y La Marabunta, Nicolás cuenta ya con cuatro trabajos en solitario. Musicalmente bebe de Blur, los Kinks y los Beatles. Y es que PyME es el “Álbum Blanco” del artista vigués. En las letras manda su pasión por lo paranormal y el costumbrismo, una mezcla muy característica.
Nicolás Pastoriza recibió a Metropolitano.gal en su casa, donde se encuentra su propio estudio de grabación, una pequeña habitación llena de guitarras. Allí se sienta a crear, en la soledad de sus noches de insomnio, o con sus amigos, también músicos y de Vigo, como Iván Ferreiro o su hermano Amaro, Pablo Novoa y otra gente del mundillo. La charla se extiende más allá de una hora, casi sin preguntas, como una disertación sobre la música y la vida. Son las reflexiones de Nicolás.
El artista muestra su pasión por el vinilo. Por la experiencia que supone disfrutarla. “Me gusta por lo que supone sentarse a escuchar un disco como quien se sienta a leer un libro, con un café o una cerveza, para disfrutar la música". Pastoriza le augura vida. Da el don de la eternidad a lo "analógico", esa es la vía de supervivencia del vinilo y la magia que desprende. Sin embargo, uno de los músicos vigueses más importantes de la escena local aporta el equilibrio perfecto. No renuncia a los beneficios que aporta la tecnología. “Tiene que haber otros formatos porque la gente quiere escuchar música en el coche, por la calle o en la sala de espera del médico. Por eso creo en los dispositivos móviles y en las plataformas digitales. Es una pasada que alguien pueda escuchar mi música en medio del mar o en el desierto”.
Del ayer, al hoy y al mañana. Pastoriza es música más allá de sus composiciones, su guitarra y su voz. Es historia. Su opinión sobre los formatos, sobre ese cómo disfrutar y saborear la música no encuentra diplomacia sobre el CD. "Lo odio. Es un objeto feo e infame. Es como un posavasos que solo sirve para colgar en la terraza y espantar a las gaviotas. No te permite ni leer la letra, hace la música más incómoda”.
Lo paranormal es el compañero de viaje musical de Nicolás Pastoriza. Él hizo que los familiares de ET conocieran dos parajes tan maravillosos como Cíes y Nigrán. “Ovnis entre Cíes y Nigrán es una canción de amor. Mi intención es trivializar entre lo paranormal y lo municipal: ver el lado fantástico de la vida más costumbrista y hacer de la ciencia ficción algo más humano y urbano”. Todo ese contexto permiten al vigués dar con la metáfora perfecta sobre qué quiere comunicar. “Lo verdaderamente importante es la historia que hay detrás de las luces, los ovnis y los marcianos. La pulsión que mueve al escritor o al artista a atribuirle cosas fantásticas a la vida es porque no soporta la realidad y necesita un aliciente a mayores”.
Pastoriza cita obras que forman parte ya de la memoria colectiva. Son nuestra cultura. "Me siento identifico con la literatura, el cine o muchas canciones que introdujeron estos elementos en la cultura pop como el realismo mágico, David Bowie, Distrito 9 o Encuentros en la tercera fase".
El más allá no es su único caladero creativo. Pastoriza explica cómo es, en su caso, el proceso creativo de un compositor. “Me inspiran las películas, otras canciones y cosas que leo en los periódicos y que rayan lo delirante. Pueden pasar dos meses entre y me doy cuenta de que estoy escribiendo sobre aquello que me marcó y pensé que estaba olvidado”.
El vigués descarta lo autobiográfico. En sus letras no está su experiencia. “Me gusta ver cómo se comporta la gente, observar en el autobús o en el tren para sacar personajes y contar historias”.
En esa "factoría musical" que hay tanto en su mente como en la habitación donde ha creado su estudio de grabación, Nicolás Pastoriza también da protagonismo al pop inglés. Se declara más aficionado de este tipo de música que la española. Se siente representado con sus letras. "Me resulta muy familiar. Es universal e incluso gallego". No se encierra detrás de un género musical. Es flexible, aunque manifiesta que nunca fue amigo "de la música americana, medio metalera y con bermudas, tampoco de las étnicas ni de los Dire Straits ni de los Doors y me horroriza la música de los 80.
Entre sus preferencias, está las reuniones con sus amigos músicos, otro pozo de inspiración. "Me encanta colaborar con gente como Iván y Amaro Ferreiro, Pablo Novoa o Eladio Santos. Siempre que nos vemos acabamos grabando algo. He aprendido mucho de ellos".
Nicolás Pastoriza es tajante. "La nostalgia es cancerígena". El vigués apunta que los 80 "ni fue una década tan maravillosa ni fue una mierda, lo pasamos bien e hicimos de nuestro cuerpo un laboratorio, pero el SIDA se llevó a mucha gente por delante. El hecho de que todavía siga aquí y con salud es por no haber tenido suerte en aquella época”.
El músico señala que la gente que tuvo mucho éxito en los 80 "es un poco esclava de aquellas canciones". Pastoriza apunta que "no han evolucionado" y reconoce que le "jode esa especie de quejido de los músicos que han sido víctimas de uno, dos o tres éxitos". Pastoriza apunta que "la vida no se puede medir en décadas y los artistas deben trascender de ellas". Da una receta para vencer a esa tan dramática nostalgia. "Puedes escarbar en tu vida, pero acabarías dándote cabezazos contra la pared”.
Nicolás Pastoriza es uno de los grandes exponentes de la música local. Esta noche, a las 22:00 horas, se subirá al escenario de La Fábrica de Chocolate. Preguntado sobre la "salud" de la música viguesa destaca que "hay un montón de gente haciendo canciones muy buenas y música muy chula". Aporta ejemplos, muestras entre las que se encuentran artistas como Iván Ferreiro, Tony Lomba, Woyza, Eladio y los Seres Queridos, Cró, Basanta y un largo etcétera en el que manifiesta que "seguro" que se olvida de alguien.
Sobre la posibilidad de dar más protagonismo a la música local en los conciertos en Castrelos, Pastoriza apunta que "lo ideal sería que hubiese un festival de grupos locales en Castrelos y que fuese mucha gente por el hecho de ir a ver lo que hay allí y conocerlos, pero es difícil, son grupos que no mueven tanto público y que se podrían utilizar como teloneros en los grandes conciertos”.
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