Muiñeira, campaneira o redeira, los oficios en extinción se convierten en documental en Nigrán

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Nigrán continúa trabajando en la preservación de su patrimonio etnográfico a través de sus vecinos. Esta vez de la mano de Esther Nande, campaneira de Parada de 69 año y la única de la comarca, Rosa 'de Malde', muiñeira de Camos en activo de 89 años y Rosalía González, de 94 años, la última redeira de Panxón. Las tres mujeres, muy reconocidas en sus respectivas parroquias por practicar oficios casi desaparecidos, protagonizarán cada una su propio documental de relato, enmarcados en una iniciativa que nace vinculada al Arquivo Histórico Audiovisual de Nigrán.

Los tres documentales, de aproximadamente 20 minutos de duración cada uno, se proyectarán este sábado 25 de marzo a las 20:00 horas en el Auditorio Municipal de Nigrán con entrada gratuita hasta completar aforo.

“Seguiremos a documentar tradicións, oficios e costumes propias do  municipio porque forman parte do noso patrimonio inmaterial e como administración local debemos preservalo”, explica el alcalde de Nigrán, Juan González, haciendo referencia al documental "A memoria da agua", que se estrenó la semana pasada en Chandebrito y que narra la actividad muiñeira de la parroquia.

Esther Nande - Campaneira de Parada

Esther Nande, campaneira de Parada, abrirá la sesión de cortos. Desde el Concello destacan que el año pasado, la Unesco declaró el toque manual de campanas en España como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y Nande es la única en activo de O Val Miñor, comarca en la que esta tarea recaía tradicionalmente en los hombres.

"Levo 40 anos de oficio en Parada, empecei porque o meu fillo era sacristán e para que el non perdera cole. A señora Esperanza, que vivía fronte á Igrexa, foi a que me ensinou", explica Esther Nande en el propio documental, donde muestra subida al campanario algunos de los diferentes toques, como pueden ser tocar a muerto, distinguiendo hombre o mujer, llamada a la misa o días de Pascua, entre otros. “O único que eu nunca tiven que tocar é a morte dun recién nacido", resume al tiempo que aclara que “non se toca igual en Parada que en Camos, que en San Pedro”, lugares en los que las campanas funcionan ya de modo automático. "É un oficio moi preso e hai que estar forte", apunta.

Rosa "De Malde" - Última muiñeira de Camos

Por su parte, Rosa ‘De Malde’, de 89 años, es la última muiñeira de la parroquia de Camos, donde mantiene vivo uno de los molinos del río Táboas, situado en el futuro parque forestal. “Moio desde os nove anos, naqueles tempos era a única muller que o facía” y a día de hoy lo considera “unha diversión” pese al esfuerzo que supone mantener los arroyos limpios y el molino a punto.

“Moíamos millo, centeo, trigo e cebada, para os animais máis groso e para comer nos máis fino e  peneirando para que non vaian cascullos”, cuenta Rosa en el documental, al tiempo que lo pone a funcionar. “Moita papiña de millo e leite da nosa vaca comemos, nesta casa nunca houbo fame grazas ao campo”, explica rememorando unos tiempos en el que la gente que le pedía el favor de moler su propio maíz, a cambio, le ayudaba en las labores del campo, tareas que Rosa ‘De Malde’ confiesa que siempre le gustaron.

Rosalía González - Última redeira de Panxón

El tercer documental en proyectarse será el de Rosalía González, de 94 años, perteneciente a una gran familia marinera y quien representa a la última generación de redeiras de Panxón. “Empecei con 17 anos. Encantábame traballar na rede. Éramos só mulleres e íamos tamén a Baiona, Canido ou Saiáns, e todo andando”, indica mientras enumera los diferentes barcos y sus patrones o las diferentes artes de pesca que existían entonces y para que servían.

“Hoxe en día xa se ocupan os mesmos propietarios de atar as redes”, explica Rosalía González, quien todavía recuerda “o grande que era a Praia de Panxón”, donde se sentaba a trabajar de 9:00 a 13:00 y de 15:00 a 19:00 horas, prácticamente todo el tiempo cantando. “Pasabamos moito frío e moito calor, era duro”, y esta dureza se multiplicaba con su marido en el Gran Sol durante meses y ella sola a cargo de los hijos. “Non estivo presente nos nacementos e cando chegaba a terra os críos lle escapaban porque non o coñecían”. Rosalía tuvo que compaginar el trabajo de redeira con otros oficios, como mariscar longueirón y cadelucha en Panxón y croques en Lourido. “Despois da Guerra todo foi moi duro pero había moito peixe que nos salvou da fame, o comiamos á brasa porque nin para aceite tiñamos”, rememora.

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