Todavía en estos primeros pasos que está dando la nueva normalidad persisten ciertas dudas respecto a aspectos de la vida pasada que parecen difíciles de llevar a cabo (al menos de la misma forma que antes) con las medidas de precaución que hay que tener actualmente. Uno de los mejores ejemplos es el de los conciertos. Prohibidas las aglomeraciones, o el juntarse con personas desconocidas, el sector ha tenido que reinventarse, y el espectáculo de Andrés Suárez era un buen momento para comprobar en primera persona cómo serían estos cambios aplicados a un artista ya de primer nivel.
Para cualquier persona que tenga dudas, todo parece bastante seguro. Todavía fuera del recinto, en la cola, las distancias de seguridad se mantienen en todo momento. Y ya ahí alguien de seguridad te pregunta cuántos vais a ser para que arriba puedan ir distribuyendo las sillas en función de lo que van viendo abajo. Dentro, más de lo mismo. Se accede de a pocos, y siempre respetando la separación. ¿Único momento con ciertas dudas? En el ascensor sí que se mezcla la gente, aunque con el número de personas en todo momento controlado y pidiendo desde la organización que la gente no se junte mucho.
Llegados a la terraza, cada grupo de personas es recibido y acomodado de forma individual por alguien de la organización, siendo posible estar sin mascarilla ya en tu silla, pero con el uso obligatorio para cualquier desplazamiento que se quiera realizar. Tras estas aclaraciones, vamos a la música.
La del viernes era una cita especial para Andrés Suárez, siendo la primera presentación de su nuevo disco, el homónimo Andrés Suárez, en Galicia. Y no lo podía hacer de mejor forma: Ante una terraza del Auditorio Mar de Vigo llena hasta la bandera, habiendo agotado el gallego las 400 entradas que salieron a la venta. Con media hora de retraso, a las nueve en punto, aparecía el músico, en solitario, en el escenario. Guitarra, un teclado y su voz. Nada más. Propuesta acústica con la ría de fondo.
Tras una tremenda ovación por parte del público, el saludo del artista gallego y sus, en la situación actual, emotivas palabras “hace tres o cuatro meses pensé que nunca podría volver a decirlo, pero ¡buenas noches, Vigo!”, arrancaba el concierto. Y lo hacía lanzándonos de lleno a su nuevo disco. No hay duda alguna: Andrés está orgulloso, y mucho, de su último trabajo. El mejor ejemplo de ello es el setlist y el porcentaje de canciones del nuevo lanzamiento que formaron parte del mismo.
Y éstas no defraudan. El nuevo material encaja a las mil maravillas tanto en directo como formando parte de un engranaje en el que funciona a la perfección con sus canciones antiguas. Buen ejemplo de esto sería "No diré", una de las más potentes del último disco, entrando el viernes dentro del primer bloque de temas interpretado por el músico.
Servirían también para ejemplificar esto mismo "Un solo día", a la que Andrés definiría como una de las más especiales del nuevo álbum, mención incluida al bar de Madrid Libertad 8, “sitio en el que viví y que durante un tiempo fue mi oficina”, y que supone una protesta contra esos “te quiero” que se dicen sin realmente sentirlo. O "Icía", perteneciente al disco extra de cinco canciones que recibieron aquellos que hicieron la compra por adelantado del nuevo disco, contando Suárez que es el nombre de su ahijada, y que surgió cuando su mejor amigo le llamó para comunicarle que la niña, todavía en la guardería, tenía novio, pues “no podía dejar pasar la oportunidad, tenía que ser su primera canción de amor”.
Sólo dos pegas se le podrían poner al concierto, y únicamente en su primer tramo: Por una parte, el sol golpeando de lleno en la cara hasta pasadas las diez de la noche. Con las gafas para protegerse del mismo por todas partes, convirtiéndose en el complemento estrella, por encima de las mascarillas al estar ya sentados, este detalle no le pasaría por alto al músico, que bromearía al asegurar que “menos mal que sé que os estáis llevando la mano a la cara por el sol, porque en cualquier otra situación pensaría que es de horror porque no os está gustando el concierto”. Y que el público todavía no se animaba a cantar. Con la separación de sillas por grupos es mucho más fácil el llamar la atención. No es lo mismo que formar parte de una aglomeración. Y esa vergüenza a venirse arriba y que te vean parecía imponerse.
Esto comenzaría a romperse con "Voy a volver a quererte", canción con la que, aunque todavía tímidas, las voces de los presentes empezaban a escucharse, algo espoleado por el propio Andrés. Como él mismo diría al acabar la canción, “en la nueva realidad también se puede cantar”, diciendo de forma posterior que también era posible pedir canciones, momento en el que se desataría una auténtica locura de peticiones.
Y es que el ambiente era cada vez más distendido. Las bromas, el preguntarle al público qué canción quiere oír, las historias entre temas y el explicar de dónde proceden… Andrés es un músico cercano, y así las cosas son siempre mucho más fáciles. Y su alegría también ayuda, pues “esto es extraño para todos, pero este concierto para mi está resultando un regalo de vida”.
En esos momentos entró ahí a la perfección una canción como "El cantante", también perteneciente a su último disco, y que destaca por un estilo que recuerda mucho, voz incluida, a Ismael Serrano, en la que puede que sea la canción del gallego que más una a ambos músicos.
Con la máquina ya a todo trapo llegaría "Vuelve", uno de los clásicos del cantautor, y de ahí el concierto ya sólo podía seguir subiendo. La mejor muestra es que tras semejante bombazo, Andrés se pudo permitir el lujo de meter otra de sus nuevas canciones, "Todavía puedo oírte", dedicada a un amigo suyo fallecido con sólo 15 años, con la que el músico acabaría emocionándose hasta el punto de llorar, e incluso un tema todavía inédito, Pienso en ti, compuesto durante el confinamiento, sin que el ritmo bajase ni lo más mínimo.
Con la emoción a flor de piel, Andrés le dedicaría el concierto a una amiga suya, neumóloga, presente entre el público, que “no sé cuántas vidas ha salvado estos últimos meses en Oviedo, nunca lo quiere decir. Que ha estado luchando en primera línea. Y que también salvó mi propia vida hace 20 años en la Plaza de Cervantes de Santiago”. E iría más allá del típico recuerdo a los técnicos de sonido o a los encargados de luces, para pedir también un aplauso para todas las personas que hicieron posible el concierto, desde seguridad a la gente trabajando en las barras, pasando por los propios promotores.
Con "No saben de ti" la terraza entera se pondría de pie y ya acompañaría, ahora sí, de principio a fin a un Andrés Suárez más que encantado. Esto ya no cambiaría hasta el final del recital. Todos los allí presentes lo estaban dando todo. Y en estas llegó un auténtico momentazo, pues con "Tal vez te acuerdes de mí", y desafiando las recomendaciones que le dieron de no hacerlo por si no se escuchaba bien, Andrés desenchufó la guitarra, se alejó del micrófono y a capela pura y dura dejó a todos los presentes con la piel de gallina. La emoción se palpaba en la terraza del Auditorio Mar de Vigo.
El primer amago de cierre llegaría con "Nina", guiños incluidos por parte de Andrés, jugando con la posibilidad de irse. Por supuesto, no iba a ser así. Y es que todavía faltaba por llegar el punto álgido del concierto: "Despiértame". Locura total, público desbocado, de pie y cantando, dejándose por completo los pulmones. El concierto había terminado en lo más alto. Menudo final.
Pero Andrés todavía nos tenía guardada una sorpresa. Tras unos momentos de duda, con alguna gente incluso abandonando ya la terraza, el músico volvería a coger la guitarra y, asegurando que era algo que estaba ya fuera del guion, nos regalaría un Benijo tremendo, llevando el concierto algo más allá de la hora y cuarenta, dejando a todos los presentes con un gran sabor de boca.
Y es que la oportunidad de ver a Andrés en solitario, sólo voz y guitarra, tal y como compuso el disco entero, como él mismo recalcó, no podría haber ido mejor. Dentro de unos meses será el momento de la banda. Será en octubre, el día 23. Y en el mismo auditorio. Ojalá para entonces las condiciones sanitarias no hagan que sea necesario el volver a escribir unas primeras líneas como las de este texto.
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