Meses antes de que se produjera la llegada del rover Perseverance a Marte, la Agencia Espacial Europea (ESA) ya había evidenciado su interés en emprender un proyecto que, de llevarse a cabo, volvería a situar el foco de atención en la Luna. Con el objetivo de llevar a cabo una misión de exploración de las cuevas del satélite terrestre, a ESA lanzó a mediados de 2019 un llamamiento para la presentación de proyectos, de los que la Agencia Espacial Europea seleccionó cinco, y de los que después de seis meses, únicamente dos, RoboCrane (un consorcio integrado por la Universidad de Oviedo, Universidad de Vigo y la empresa de Nigrán Alén Space) y Daedalus (promovido por la Universidad de Würzburg), fueron elegidos para un estudio de viabilidad CDF ( Concurrent Design Facility) o Lunar Caves.
“El objetivo científico es estudiar el interior de uno de estos tubos huecos de decenas de metros de diámetro y unos 50 metros de profundidad, que presumiblemente se formaron después del enfriamiento de la capa más exterior de los ríos de lava hace millones de años”, explica Fermín Navarro, docente e investigador de la Escuela de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio del campus de Ourense e integrante de la Agrupación Aeroespacial de la UVigo, que junto a su responsable, Fernando Aguado, y al investigador contratado Alejandro Camanzo, integran el equipo de la UVigo que participa en RoboCrane.
“Se pretende estudiar la composición del regolito en el interior, el entorno de radiación y térmica, la morfología de la cueva, la composición de las paredes de la apertura, segundo desciendan los rovers con la grúa, etc. “, explica Navarro, que también señala que otro objetivo de la misión es determinar las condiciones que se dan en el interior para posibles asentamientos humanos, puesto que permitirían un entorno con una radiación mejor que de la superficie y con temperaturas medias mucho más moderadas que en la superficie, donde los cambios son muy grandes. “La mejor candidata es una de las cuevas que tiene una entrada abierta en la región de Marius Hills”, concreta el investigador, que señala que, dependiendo de cómo resulte el estudio de viabilidad, y de la prioridad que a ESA le dé a las distintas misiones sobre la Luna, se continuaría adelante, pero ya mediante una convocatoria competitiva de la Agencia
La Universidad de Oviedo se encarga del diseño conceptual del sistema de grúa que hace posible descender rovers más pequeños al interior de las cuevas, además de proporcionarle en el interior soporte de comunicaciones y de potencia eléctrica. Por su parte, la aportación de la Agrupación Aeroespacial de la UVigo se centra en la ingeniería de sistemas, “que se encarga de establecer un concepto de operaciones, de análisis de las funciones que debe cumplir el sistema, de los requisitos que se imponen en la misión, del análisis a nivel sistema de los elementos que componen la misión (centrándonos en la grúa), y de las relaciones que existen entre estos elementos”, detalla Fermín Navarro. Alén Space dará soporte para “el análisis y diseño del sistema de comunicaciones con los elementos que tienen que explorar en la cueva", explica Diego Nodar, cofundador de la spin-off de la UVigo.
Tras seis meses en los que los ingenieros de RoboCrane desarrollaron un modelo propio, ahora hace falta adaptarlo a los requisitos del rover Daedalus y al software que utiliza la ESA para estos estudios, “contribuyendo con expertos equivalentes del proyecto de la Universidad de Würzburg y de la Agencia en los campos de ingeniería de sistemas y control térmico, a estudiar la misión a nivel conceptual y codo con codo, y a implementar un modelo que muestre si la misión es o no es viable”, aclara el docente e investigador de la Escuela de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio del campus de Ourense.
Primera experiencia en misiones con rovers
Tras casi doce años trabajando en el sector aeroespacial, la agrupación que lidera Fernando Aguado se enfrenta a una nueva experiencia en el ámbito de las misiones con rovers, en la que, el investigador asegura que “nuestra experiencia fue determinante para poder desarrollar de modo idóneo el proyecto es una muestra de que el trabajo que se realizó desde el año 2008 con Xatcobeo sirvió para permitir abordar nuevos proyectos en el sector espacial, no solo en el campo de los pequeños satélites”, explica Aguado.
Precisamente la experiencia alcanzada durante estos años por la Agrupación Aeroespacial en ingeniería de sistemas y en sistemas de comunicaciones hizo que la Universidad de Oviedo contactara con ellos para este proyecto, en la que es la primera colaboración en este ámbito de las dos instituciones académicas. En el caso de la UVigo, Navarro considera que su participación es una muestra de la consolidación de la Agrupación “y hace falta señalar la importancia del trabajo multidisciplinar, incluyendo la participación del profesorado del área de Ingeniería Aeroespacial que da clase en el Grado de Ingeniería Aeroespacial en el campus de Ourense, que comenzó hace cuatro años y medio”. Además de ser un proyecto que, asegura el investigador, les permite seguir ganando experiencia en misiones espaciales, “que es el objetivo del grupo, también es un reto muy grande, al ser un proyecto en un ámbito nuevo, aunque heredamos la experiencia de UVigo de 12 años en satélites pequeños”, afirma Navarro.