Mucha expectación había en Vigo ante la llegada a la ciudad de esta leyenda de la música, y estamos convencidos de que la cita con el músico estadounidense no defraudó a nadie.
A pesar de empezar el concierto con una media hora de retraso, difícil parece el estar molesto con el músico viendo cómo Willie Nile salió a arrasar ya desde los primeros compases del recital, empezando su repertorio con un homenaje a Tom Petty, con una interpretación magistral de Runnin’ down a dream, foto del fallecido músico de fondo incluida.
Todo sonaba a las mil maravillas, el músico, acompañado por Danny Montgomery a la batería, Jorge Otero a la guitarra y en los coros y Juanjo Zamorano al bajo y también a los coros, estaba entregado a la causa y el público vigués no se quedaba para nada atrás, ni mucho menos.
Y es que a pesar de que Willie no logró llenar la sala (el aforo rondaría la mitad de la capacidad del recinto, aproximadamente), todos los allí presentes se vaciaron ante Nile, con, sobre todo unas primeras filas, que le debieron andar cerca al músico en calorías quemadas a lo largo de la noche, algo muy difícil de lograr viendo que el artista no paró quieto sobre el escenario ni un solo segundo.
Tras unas primeras canciones con Willie a la guitarra e intensidad máxima sobre el escenario, llegó el momento en el que el músico se sentaba tras el teclado, algo que en muchos conciertos de otros artistas implica una pequeña reducción de ritmo con el objetivo de recargar fuerzas y darle al público un respiro para volver con más fuerza en la recta final del concierto, pero con el protagonista de la noche esto no se cumplió, trasladando también toda su fuerza escénica a las teclas, mostrándose incapaz de permanecer sentado mientras tocaba más de cinco segundos seguidos.
Ya en la segunda mitad de su repertorio, de vuelta a la guitarra, destacó, y mucho, su versión de Blowin in the wind, al estilo Dylan 100%, en el sentido de modificar por completo lo relativo a lo instrumental, conservando fiel sólo la letra.
No podría faltar tampoco en este tramo del espectáculo, por supuesto, su imprescindible House of a thousand guitars, coreada a pleno pulmón por todo el recinto. La mítica canción no sería su único clásico en el repertorio de anoche, y es que el público vigués también pudo disfrutar de auténticos exitazos como Streets of New York o One Guitar.
La comunicación con la propia audiencia, a pesar del idioma inglés del músico, no podría haber sido mejor. En una mezcla de su idioma natal, mezclado con algunas palabras sueltas en castellano, el músico se iba defendiendo y contando algunas historias entre canción y canción. ¿Y qué pasaba cuando quería decir algo en castellano, pero no sabía cómo / le faltaba alguna palabra? Pues se le preguntaba a la audiencia, que ayudaba al artista de forma instantánea, y todos contentos.
Tras hacer el paripé de haber terminado el concierto antes de volver al escenario para tocar los bises, el regreso al escenario de los músicos se vio acompañado por una reacción atronadora por parte del público, que no dejaba de corear el clásico “oé, oé, oé”, ilusionando de forma más que evidente a un Willie Nile que, escuchando a la audiencia, no dudo ni lo más mínimo en ponerse a bailar al ritmo del canto.
La fiesta se prolongó durante aproximadamente dos horas, pero el propio Willie nos comentó que, si alguien se quedaba con ganas de más al terminar el concierto, podría comprar su último disco, “Positively Bob: Willie Nile sings Bob Dylan”, en la parte trasera del recinto (algo que bastante gente hizo), teniendo el aliciente de poder llevárselo a casa firmado por el músico, que salió a los muy pocos minutos para estar con todos aquellos que se habían acercado hasta la sala, estampar su firma en todo aquello que se le pidiese y sacarse una foto con todo el que lo desease.
Terminaba una noche en la que la comunión entre artista y público vigués se hizo en todo momento más que patente, con pura electricidad corriendo por las venas de los presentes de principio a fin, y el legendario Willie Nile sellando una actuación que ya entra, por derecho propio, en la historia de la música en directo de Vigo.
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