"Ambientazo!!" Los calificativos se multiplicaban en los mensajes de WhatsApp de este jueves en Vigo. El 8 de septiembre es un día histórico. Muchos recordarán qué estuvieron haciendo esta jornada. Cómo vivieron la mañana, qué comieron y cómo, durante las horas previas al concierto de Muse, se enteraron de la muerte de la reina Isabel II. "Ellos son ingleses, ¿no cancelarán el concierto verdad?", afirmaba una seguidora de los británicos en tono irónico. Lo cierto es que Vigo vive un día inolvidable. Es el regreso de los macroconciertos a Balaídos, algo que no sucedía en 21 años. Y más de dos décadas es mucho. Es el peaje que ha tenido que pagar toda una generación de vecinas y vecinos de la ciudad olívica y su área, obligados a coger un avión, un tren o un coche rumbo a Madrid, Barcelona, Portugal u otros rincones de Europa para poder ver en directo a una de las mejores bandas del planeta.
Pero hoy el viaje de este jueves apenas duraba unos minutos. No tocaba hacer cola para acceder al Metropolitano, Anoeta o Montjuic. El destino era Balaídos. El Celta dejaba su casa para que Muse desempolvase el estadio vigués como templo de la mejor música en directo del mundo. El club vigués colgaba en sus redes sociales tres camisetas serigrafiadas con los nombres del trío de Devon: Bellamy, Howard y Wolstenholme. El debate estaba abierto. ¿Habría imagen como la de Madonna? Las puertas se abrían apenas unos segundos después de las 18:30 horas. En la zona de Marcador se producían las primeras carreras, algo tímidas, a pesar del "tranquilos" que reclamaba el personal de Seguridad. La meta de esa carrera, tan típica en eventos musicales de este tipo, está ese mostrador denominado foso, el acceso a la primera fila, el "palco" deseado por todo fan y que esta noche permitiría ver a escasos centímetros el potente show que lleva la firma de Muse.
Los grandes amantes de la música en directo se topaban a su entrada a Balaídos con un imponente escenario de una altura superior a la grada de Río. La infraestructura, la más importante montada este año en Galicia, acogió directos de bandas como The Rolling Stones, Metallica o Red Hot Chili Peppers. Situada junto a Marcador, aguardaba para ser el encuadre de una velada imborrable. Los vigueses The Killer Barbies calentaban el escenario actuando un poco antes de la hora anunciada por la organización. Silvia Superstar y su grupo dejaban su impronta hasta unos minutos antes de las 20:30 horas. Luego sería el turno de Years and Years, los últimos teloneros antes de que Muse saliese dispuesto a desatar el caos y la destrucción, a firmar el que será, para muchos, el mejor concierto de este siglo en Vigo.
El escenario despertaba emociones. Los más afortunados, los más mayores, rememoraban conciertos míticos como el de Miguel Ríos, Dire Straits o The Rolling Stones. Los más jóvenes, ávidos de vivir cada segundo de esta noche histórica, estaban ante el primer concierto de su vida en Balaídos y entregarse a cada uno de los estímulos, acordes y momentos de la espectacular escenificación que garantiza Muse en sus directos.
El inicio del recital de los británicos no defraudaba. Will of the People. El trío de Devon, ataviado con máscaras, empezaba a "incendiar" Balaídos con unas llamas que representaban las siglas de su recién publicado último álbum, un trabajo en el que Matt Bellamy ha admitido estar influenciado por el miedo y la inestabilidad que impactan actualmente al mundo. El líder de Muse afirmaba hace varias semanas que los temas de este disco son una propia "navegación personal a través de esos temores", unos temores que se convierten en reacción ante las injusticias sociales y que sirvieron para comenzar por todo lo alto su cita con el público vigués.
Fuego, pirotecnia. Muse no firmaba un concierto, realizaba una escenografía brutal, una tormenta de estímulos para las 17.000 personas que decidieron vivir en Balaídos una velada imborrable. Pero antes de la locura hubo un momento especial. Tras el tema inicial, el trío de Devon tuvo un recuerdo con la reina Isabel II al interpretar el "God Save the Queen", algo que recibió la sonora ovación del público.
La cita con Muse fue un viaje, un trayecto que forma parte de la vida de las 17.000 personas que asistieron a un recital que los asistente relatarán a sus amigos y familiares desde hoy hasta el fin de sus días. Es la magia de la música. La magia que esconde Balaídos, ese tesoro de la música en directo que llevaba 21 años sin usarse. Y los encargados de agitarlo y de hacernos revivir, posiblemente, el concierto de nuestras vidas.
Hubo de todo para que este 8 de septiembre sea una noche legendaria. Para que los más jóvenes reten a los más veteranos con que vibraron con Muse lo que ellos disfrutaron con Rolling Stones o Dire Straits. Matt Bellamy y los suyos se vaciaron todo su repertorio musical y escénico -con una fotografía que en ocasiones parecía sacada de Black Mirror- para firmar el que es, prácticamente sin debate alguno, el concierto más importante que ha vivido Vigo en este siglo XXI.
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