Los vecinos y vecinas de Vigo que han paseado esta mañana por la ciudad se han visto sorprendidos por una misteriosa "desaparición". Las calles han amanecido empapeladas por carteles con el rostro serio de un joven, con el formato empleado para los anuncios de desapariciones.
Por todo el Casco Vello, en varias farolas y paredes colgaban estos avisos en los que se puede leer "Desaparece en VGO, vestido de negro". Una alerta que indudablemente ha llamado la atención a quien se ha topado con ellas, todo para acabar sorprendidos al darse cuenta de la realidad.
Efectivamente, no se trata de un verdadero anuncio de desaparición. Así lo confirma el disclaimer que aparece bajo la foto: "Este cartel es una pieza de ficción". Todo parece ser obra de Vade (@vade.vgo), un artista local que ha decidido saltarse las normas para dar a conocer su propuesta.
En el cartel aparece también un código QR que conduce directamente a un vídeo de YouTube. Porque lo que pretende este joven es dar a conocer su música, y así lo explica en el mismo anuncio, que asegura que ha sido creado para "la promoción del nuevo disco". Aunque hay quien ha criticado el método de difusión, aprovechándose de un formato que alerta de algo tan serio como son las desapariciones, el propio artista especifica en el cartel: "No representa una situación real de desaparición (...), no deben ser tomadas por reales".
Al otro lado del QR, un sonido urbano, callejero, con rimas y un ritmo rapeado invita a los vigueses y viguesas a escuchar el arte local. "TheBlackSwan", "Tablero", "Mártir", "Tu mejor bala" u "Oro al cuello" son algunos de los temas que aparecen en este disco. Así suena la tinta que este joven vigués ha derramado sobre el papel para contar cómo interpreta la vida.
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Ya hay que tener mucho mal gusto y muy poca vergüenza para promocionar un disco de esta manera, pero se puede perdonar porque el verdadero crimen son los casi cuarenta minutos de duración del álbum.
El trabajo sugiere ser un álbum conceptual o una especie de viaje creativo, pero cuyas reflexiones quedan demasiado pequeñas y son onanismo de ego adolescente.
Es un buen ejemplo de la dualidad entre no saber tirar una firma con un posca y tratar de hacer rap, las voces provocan sopor y donde debería haber estilo hay una suerte de disartria. En cada pista se repite, y se repite, y se repite, y se repite la misma estructura que va cogida de la mano con letras sencillas que a veces trata de especiar con dos o tres referencias pop o algún intento de calambur que no termina de cuajar.
En cada canción se muestra la letra a la vez que es interpretada, lo cual lo convierte en una experiencia tortuosa debido al contraste de las letras rojas sobre fondo oscuro, que vuelve el mensaje ILEGIBLE.
No merece la pena seguir gastando mi teclado, como tampoco merece la pena gastar ni un minuto de tiempo en escuchar esto.