Desde el año pasado un grupo de estudiantes de la Escola de Enxeñaría de Telecomunicación de la Universidade de Vigo está sumergido en un desafío: la construcción de un trimarán propulsado únicamente con energía solar. Tras finalizar el cuerpo de la embarcación el pasado enero, este colectivo lanzó este mes su página web y redes sociales bajo el nombre de Clean Energy Ship, CES, UVigo.
El proyecto tiene su origen en una propuesta del fundador de la empresa Marine Instruments, Francisco Pino, que contactó con la Universidade con el fin de introducir a la juventud en el mundo náutico con la fabricación de un barco para participar en regatas internacionales. La idea de Pino motivó al alumnado y acabó en la constitución de la asociación CES UVigo, formada actualmente por diez estudiantes y escalonados de la escuela.
Con la oferta de Marine Instruments, algunos profesores de la escuela incluyeron proyectos vinculados con la construcción del barco solar en sus planes docentes. En este sentido, Cristina López y Felipe Gil, del Departamento de Enxeñaría Telemática, diseñaron actividades sobre el control de la dirección y las comunicaciones de la embarcación. Para Roi Martínez, responsable de marketing de CES UVigo, esto explica que el colectivo esté formado en la actualidad solo por estudiantes de Telecomunicación, aunque comenta que en las próximas semanas está prevista la incorporación de otros compañeros de la Universidade, provenientes de la Escola de Enxeñaría Industrial, gracias a los que se cubrirán nuevas áreas de conocimiento. Este alumnado se unirá la un equipo que, según Martínez, “tiene experiencia en la resolución de problemas, mantiene un entorno cálido y de cooperación” con el apoyo de diferentes profesionales del sector y profesorado de la Universidade de Vigo.
Sobre el proceso de creación, Roi Martínez explica que en un primero momento siguieron el diseño del barco llevado a cabo por la compañía tecnológica Seadrone, con el ingeniero Íñigo Echenique a la cabeza. Participando de su fabricación, los alumnos pudieron “sumergirse en el mundo de la náutica y prepararse para formar una asociación que les permite aprender a trabajar en equipo, afrontar grandes retos y fomentar el uso de las energías renovables”.
A pesar de que la financiación del barco que están construyendo viene del apoyo de Marine Instruments y del propio Francisco Pino, los integrantes de esta agrupación esperan alcanzar más patrocinadores y ayudas para mejorar la embarcación y construir nuevos modelos, “cada vez más rápidos y eficientes”.
Según explica Roi Martínez, las embarcaciones solares se dividen en cinco partes: “el casco, los paneles solares, la batería, el motor y la electrónica que conecta todo”. El barco que están construyendo es un trimarán, formado por una pieza principal y dos laterales, más pequeñas, que acercan estabilidad al conjunto. En el casco central se sitúan el motor, las baterías y el habitáculo para el piloto. Este modelo, afirma Martínez, “está pensado para funcionar la grandes velocidades, por lo que estará equipado con unos foils”, unas piezas que, aclara, consiguen mayor velocidad, pues “son similares a los alerones de los coches, que se colocan en la parte inferior del casco y permiten que el barco se eleve y reduzca la superficie de roce con el agua”.
Cuando esté finalizada, la embarcación tendrá seis metros de largo y dos y medio de ancho, pesará alrededor de 110 kilos y los diseñadores esperan que alcance los 18 nudos a máxima potencia, “unos 33 kilómetros por hora”. Teniendo en cuenta estos valores, “escogidos para cumplir el reglamento habitual de las regatas solares, serán necesarias casi 400 células solares, que cubrirán seis metros cuadrados de una lámina que se colocará sobre el casco”.
La construcción del cuerpo, que finalizó en el mes de enero, comenzó en verano pasado por la situación provocada por la pandemia. Actualmente, los estudiantes están desarrollando el sistema de placas solares que alimentarán el barco, las baterías y otras componentes eléctricas, el motor, la dirección y los foils.
Roi Martínez expone que, a pesar de que el objetivo fundamental es incrementar la capacidad de trabajo en colectivo del alumnado, “de poco serviría si no existe la posibilidad de medir el progreso con otros equipos de universidades de todo el mundo”. La primera meta del barco solar vigués es la Solar Energy Boat Challenge. Aunque esta carrera tendrá lugar en julio en la ciudad de Mónaco, teniendo en cuenta las tareas que tienen por delante y las incertidumbres de este año, motivadas por la pandemia de la Covid19, los miembros de la CES UVigo prefieren pensar en la edición del año que viene. En el futuro, esperan competir también en otras regatas, como la Solar Sport One, en los Países Bajos.
Con la participación en estas regatas, el equipo quiere “demostrar que la Universidade de Vigo también puede tener representación internacional en este ámbito”. Además, CES UVigo llevará el patrimonio paisajístico gallego donde vaya su barco ya que, como ellos indican, en la pronunciación en inglés del nombre de la asociación hay una referencia escondida a las Cíes.
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