Guimarães es un municipio lleno de atractivos e hitos en la historia de Portugal.A medio camino entre esta localidad y Braga encontramos la Citania de Briteiros, un imponente poblado de la Edad del Hierro donde, entre otros sorprendentes elementos arqueológicos, podremos visitar una sauna castrexa.
Situado en lo alto del Monte de São Romão, en un enclave estratégico sobre el valle del río Ave, este castro cautiva por su paisaje y sorprende por algunos de los elementos que lo caracterizan. Llama poderosamente la atención la desarrollada trama de calles empedradas y la cantidad de vestigios arqueológicos que podemos visitar: espacios dedicados a la vivienda, con construcciones de planta circular y rectangular, zonas dedicadas a talleres, murallas monumentales, una casa para reuniones sobre asuntos de la comunidad y una espectacular sauna. Y, entre piedra y piedra, un paisaje poblado de árboles también simbólicos: robles y alcornoques que proveen de sombra fresca y tapizan el suelo pétreo con su denso follaje.
Cada paso que damos recorriendo este castro portugués nos permite sumergirnos en la historia y, con cada detalle, descubrir cómo era la vida hace más de 2.000 años en este tipo de poblados fortificados. Pero, a través de los trabajos arqueológicos desarrollados ya desde finales del siglo XIX, también podemos constatar los avances y nuevas interpretaciones que se van desarrollando según progresa la investigación.
El castro de Briteiros se encuentra a unas dos horas de Vigo, situado a unos 17km de Braga y 15 del centro urbano de Guimarães, el municipio al que pertenece. Lo más sencillo es entrar a Portugal por Tui y llegar hasta Braga por la A3. Desde esta localidad debemos continuar por la N14 e ir siguiendo las indicaciones a la Citania de Briteiros (carretera nacional EN309).
En zona de entrada, al lado de la carretera, existe una zona de aparcamiento donde podremos dejar el vehículo. En la zona de recepción se puede abonar el precio de la entrada (también da acceso al Museu da Cultura Castreja y tiene un precio de 5 euros) y nos darán un plano e indicaciones para la visita.
El poblado de Briteiros es una de las mejores muestras de la cultura castreña del noroeste peninsular y muy importante dentro de la historia de la arqueología portuguesa. Su estudio comenzó en 1874 cuando Francisco Martins Sarmiento dirigió la primera campaña arqueológica. Tan cautivado debió quedar por este lugar, que con el objetivo de salvaguardar el sitio, decidió comprar los terrenos.
De hecho, fue la curiosidad e interés de este hombre los que llevaron a poner en marcha lo que fue un pionero en la arqueología del momento en el país vecino, así como un primer ensayo de parque arqueológico. De su época son las dos reconstrucciones de cabañas que se ven a día de hoy en la zona más alta del poblado.
A lo largo del siglo XX y hasta la actualidad se han desarrollado diversas campañas de excavación y restauración del sitio, de cuya gestión se encarga actualmente la Sociedade Martins Sarmiento.
Toda esta investigación ha permitido constatar diversos momentos de ocupación del Monte de São Romão, desde momentos previos al propio castro de la Edad del Hierro. Así, existen muestras correspondientes al Neolítico Final, Edad del Cobre y también la Edad del Bronce Final (primer milenio antes de Cristo).
La edad de oro del asentamiento data del siglo II antes de Cristo (Edad del Hierro), en plena cultura castreña, y la ocupación continuó posteriormente tras la integración en el Imperio Romano, en los siglos I y II. Más tarde, en el siglo X se construyó una pequeña ermita cristiana entre los restos del antiguo asentamiento situados en la zona alta (hoy encontramos un crucero en el lugar del antiguo templo). Muy cerca veremos también una capilla moderna dedicada a São Romão, construida en el siglo XIX.
El castro tiene una extensión de 24 hectáreas dentro de sus tres líneas de muralla. Las defensas son monumentales y adquieren un grosor de hasta 3 metros en los puntos más reforzados, una altura de hasta 4 metros y todavía conservan algunas zonas de foso. El área visitable es de aproximadamente de 7 hectáreas y linda con la carretera nacional 309, que fue construida en los años 30 del pasado siglo y, realmente, se interna en el espacio que tenía el poblado.
En el área excavada podemos contemplar un centenar de unidades domésticas, así como otros elementos destacados. Para visitarla, lo más recomendable es ir ascendiendo y callejeando poco a poco y, por tanto, tomando la vía principal, una calle empedrada que recorre el recinto en de suroeste a noreste. De esta forma podremos ir viendo diferentes espacios destinados a viviendas y la muralla de la acrópolis.
Nada más comenzar el recorrido encontraremos una zona que muestra numerosos fragmentos de molinos de mano de diferentes tipologías. Todos ellos nos recuerdan la importancia de la agricultura en la vida de las personas que habitaron este castro, rodeado de tierras fértiles a orillas del río Ave, así como del gran esfuerzo físico de las tareas del día a día.
En nuestro itinerario por los diferentes sectores del castro (señalizados con letras para poder ubicarnos) encontraremos numerosos muros de piedra sobrepuesta, en algunos casos correspondientes a cabañas circulares y, en otros casos, a estructuras de forma rectangular.
Una vez lleguemos a la zona más alta del recinto atraerán nuestra atención varios puntos de interés. Por un lado, las dos cabañas reconstruidas y, muy cerca de ellas, una capilla moderna. Por otro lado, en este mismo entorno, y próxima a la muralla, encontraremos los restos de una gran estructura circular: es la denominada Casa do Consello (Casa del Consejo). Se trata de un espacio para reunión y toma de decisiones de la comunidad, de ahí su gran tamaño (casi 11 metros de diámetro) y que posea un gran banco corrido en la pared interior.
Esta casa está emplazada en un enclave especialmente simbólico y estratégico en cuanto a la proximidad de recursos básicos y ejes de comunicación y comercio fluvial y terrestre. Situada en un punto central de la acrópolis del poblado, desde este lugar podemos admirar todo el curso del río Ave así como varios puertos de montaña, el castro de Sabroso (dependiente de Briteiros) y las cimas de los montes Falperra y Samerio.
Desde esta zona, la más elevada del castro, podemos empezar el descenso nuevamente hacia el área de recepción y, desde allí, continuar bajando hacia la zona suroeste del poblado. Según vamos dejando atrás la zona de viviendas y avanzamos por una calle empedrada flanqueada por un sistema de canalización muy bien conservado, aparecerá ante nuestros ojos la majestuosa sauna del castro de Briteiros.
Entre las pocas saunas castreñas conocidas en el Noroeste Peninsular, la de Briteiros supone uno de los ejemplos mejor conservados. Apareció de manera fortuita durante las obras de construcción de la carretera general EN 309, en los años 30 del pasado siglo, por lo que se decidió modificar el proyecto a fin de preservarla. De hecho, a día de hoy, sauna y vial se encuentran a muy pocos metros de distancia.
Este balneario castreño es una de las incógnitas que siguen aún vivas en el yacimiento arqueológico. Las investigaciones desarrolladas desde hace décadas han descartado totalmente un uso de horno crematorio y defienden otro tipo de hipótesis, si bien aún permanecen sin resolver algunos enigmas. Por ejemplo, todavía no está claro si este tipo de espacios tenían un uso ritual o meramente higiénico, o si eran recintos de acceso público y abierto o si estaban restringidas a determinados miembros de la comunidad.
En cuanto a su posible funcionamiento, parece que las cosas están más claras. Está compuesta por tres zonas: un pequeño espacio a modo de “horno” donde se calentarían una serie de piedras, la cámara de acumulación del vapor producido al arrojar agua sobre las piedras calientes y una antecámara, el primer espacio al que se llega desde el exterior. Esta estructura de tres partes se complementaba con un pequeño patio enlosado exterior donde había un depósito de agua fría, que llegaba al lugar por la canalización, y que se utilizaría para los contrastes frío-calor.
Sin duda, el elemento más llamativo de la sauna es la pedra formosa (que se traduciría del portugués como “piedra hermosa”) un bloque granítico esculpido con bellos y armoniosos detalles y que servía para separar la antecámara y la cámara de vapor a modo de pared. En su zona inferior cuenta con un hueco del tamaño justo para el paso de la persona usuaria con la mínima pérdida de calor. De esta forma, desde el atrio exterior se accedía a la antecámara, luego se atravesaba la pedra formosa por el pequeño hueco y finalmente se llegaba a la cámara de vapor.
La entrada al castro da también acceso a otro enclave de interés arqueológico de Guimarães como es el Museu da Cultura Castreja, situado en el Solar da Ponte (también en Briteiros). Se trata de un lugar totalmente recomendable para complementar la visita al castro, puesto que custodia numeroso material procedente de las campañas arqueológicas. Entre los elementos más destacados, una segunda pedra formosa hallada en el poblado castreño.
Si queremos completar nuestra ruta siguiendo el legado del ilustre portugués, podemos visitar la amplia colección del Museu Martins Sarmiento, situado en pleno centro de Guimarães. Allí podemos contemplar piezas de escultura y epigrafía de diversas épocas de la prehistoria e historia, así como una colección etnográfica y una sección de arte moderna y contemporánea.
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