Take Your Pills supone una mirada a una situación que se lleva dando desde hace ya mucho tiempo pero que siempre ha sido convenientemente tapada, con el fin de no perjudicar el negocio con respecto a esto que tienen montadas las farmacéuticas: La venta masiva de drogas como Adderall o Ritalin que estimulan el sistema nervioso y que son usadas de forma generalizada para tratar de lograr un aumento en el rendimiento.
A lo largo del metraje iremos viendo datos, estadísticas y cómo la situación ha ido evolucionando con el paso de los años.
Se nos contará que esto no es algo nuevo, y es que el primer artículo sobre el uso indiscriminado de anfetaminas para mejorar el rendimiento en el largo camino hacia el “éxito” data ya de 1937.
(ESTA CRÍTICA PODRÍA CONTENER SPOILERS)
Veremos también numerosos testimonios de consumidores y exconsumidores de estos medicamentos, además de intervenciones por parte de expertos en el tema.
Se echa un vistazo a cómo surgieron algunas de estas drogas, a la evolución de la percepción que la sociedad ha tenido acerca de las mismas y conoceremos experiencias de los efectos de las mismas contados de primera mano por parte de consumidores pertenecientes a distintos ámbitos de la sociedad.
El documental supone una denuncia sobre cómo estas drogas forman parte de la vida diaria de mucha gente, como si de una parte más del desayuno, la comida o la cena se tratase, dejándose claro que es algo que ocurre mucho en las universidades, pero que comienza a gestarse ya en el propio instituto, si es que los progenitores no han medicado ya a estos ahora adictos desde su más tierna infancia.
Se recalca, y mucho, que es especialmente sangrante lo que tantos años se lleva haciendo ya con los niños, principalmente, sin posibilidad de negarse a tomar lo que les dan, siendo muchísimas veces medicados sin que haya ningún motivo para ello, a edades que hacen que en muy poco tiempo hayan pasado ya más años de su vida consumiendo algún tipo de droga que sin ella.
Sólo por portarse mal, un niño no debe comenzar a tomar un medicamento, pero esto es algo que se hace actualmente. Se lleva al niño al médico por ser inquieto y lo que se les dice a los progenitores es que ese comportamiento puede ser cortado de raíz con X pastilla, algo en lo que una sociedad como es la actual, ya sin ningún tipo de paciencia a la hora de solucionar cualquier problema, se hace.
Llevamos años siendo testigos del desarrollo de una sociedad hipermedicada, con unos patrones de diagnóstico de enfermedad mental que hacen que prácticamente cualquier persona puede ser diagnosticada con algún tipo de trastorno mental, como bien se denuncia en el documental.
A lo largo del largometraje se llega a decir, sin ambages de ningún tipo, una verdad como un templo: Muchas personas creen que tienen déficit de atención porque no logran concentrarse, pero no tienen realmente ningún tipo de trastorno; pues es la propia sociedad la que les enseña a sus ciudadanos que todo debe ser rápido y durar poco, estando el propio sistema interesado en que sus ciudadanos no consigan mantener la concentración en nada.
En el documental llegaremos a ver a gente dispuesta a ser diagnosticada con déficit de atención, a pesar de no tenerlo, con el único objetivo de poder conseguir estas pastillas de forma legal. Así como a personas sí diagnosticadas de forma real que aprovechan esta situación para hacer negocio con su propia medicación.
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Toda esta situación no sólo se da en el ámbito académico o en el deportivo, sino que también en el laboral, con especial incidencia en el mundo de los negocios, donde las personas parecen tener serias dificultades para mantener sus esquizofrénicas jornadas de trabajo, así como para lograr cumplir los demenciales objetivos que sus jefes les ponen. Veremos que son ya muy habituales las personas adictas hasta el punto de ser incapaces de rendir a niveles normales sin tomar este tipo de drogas.
El propio concepto de drogadicción y de drogadicto con respecto a esta clase de sustancias es algo que también se pone en debate, pues nos encontramos con que es algo que se reduce al propio concepto de clase. La anfetamina que contiene el Adderall consumido por esta gente es la misma que la metanfetamina usada en las clases más bajas de la sociedad, siendo las regiones del cerebro que se activan de forma posterior al consumo las mismas, cambiando sólo la pureza / calidad del producto. Una, de determinadas formas, es legal. La otra de ninguna manera.
Take Your Pills cumple muy bien en el ámbito documental en lo que respecta a destapar una situación que está ahí, ignorada de forma intencionada y convenientemente tapada por muchas personas para proteger un negocio que mueve millones de dólares, generando debate y que el tema salga a colación, pero presenta un problema muy importante: No llega, realmente, a cumplir con lo prometido.
Se nos da a entender que entraremos en profundidad en todo lo relacionado con los efectos secundarios de esos medicamentos consumidos por lo más jóvenes, pero esto no se llega a producir en ningún momento, quedándose sólo en la superficie, con el testimonio de numerosos estudiantes y deportistas acerca de su experiencia con estas drogas, algo que resulta en todo momento muy interesante, pero que no llega al nivel de lo que habría sido un buen estudio médico sobre el tema.
Puede que el elemento del documental más criticable sea el relacionado con las opiniones vertidas por los diversos expertos que van apareciendo a lo largo del documental, las cuales se quedan en lo más básico, sin llegar realmente a profundizar en el tema. Hay más de historias personales que de rigor científico.
Algo muy curioso que, además, llega a ocurrir, y que resulta obviamente involuntario, por lo que resulta un fallo muy grave por parte del metraje, es que el documental parece más empeñado en indicarnos los efectos “positivos” (con respecto al rendimiento) que estas drogas tienen que en decirnos cuáles son los efectos secundarios o negativos que provocan a corto/medio/largo plazo.
Lo mejor que tiene son su ritmo y montaje, siendo el documental siempre eléctrico, muy en consonancia con el efecto por el que se nos cuenta que todas estas personas consumen los distintos medicamentos de los que se habla, haciendo que sea imposible el aburrirse en ningún momento a lo largo de su visualización. Presenta un humor muy amargo a lo largo de toda su duración y logra sacarte más de una risa durante su visualización, a pesar de la descorazonadora situación que denuncia. Si se llega a él con la esperanza de ver experiencias reales de personas que han consumido este tipo de sustancias, parece difícil el quedar decepcionado.
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Cualquier documental que logre que te plantees algo estará cumpliendo una buena parte de su cometido, y este Take Your Pills, si de algo precisamente presume, es de que parece complicado que quedes indiferente a lo que acabas de ver tras su visualización.
Nos encontramos con una sociedad incapaz de esperar y de ser paciente por nada, formada por un grupo de personas que lo único que quieren es siempre ser los mejores y los más exitosos. Se nos plantea un retrato sociológico que sirve para que nos planteemos qué clase de sociedad estamos creando, llegando a estar una situación como ésta incluso bien vista.
¿Cuánto de humanidad le queda a una población capaz de cortar de raíz cualquier tipo de emoción, como se nos dice que estos medicamentos hacen, por el simple hecho de que ésta impida a alguien ser más productivo a corto plazo? Es precisamente a la hora de plantear este debate ético y moral acerca del uso de medicamentos para mejorar el rendimiento donde radica la mayor virtud de Take Your Pills; logrando, sin duda alguna, poner el tema sobre la mesa.
En conclusión, podríamos decir que no llega a documental imprescindible ni sobresaliente, pero sí a recomendable por la reflexión acerca de todo lo comentado anteriormente, no siendo tiempo perdido el dedicado a su visualización.
Título: Take Your Pills
Estreno en Netflix: 9 de marzo
Año: 2018
País: Estados Unidos
Directora: Alison Klayman
Música: Tom Deis, Ilan Isakov
Fotografía: Julia Liu
Género: Documental
Sinopsis: “En un mundo ultracompetitivo, medicamentos como el Adderall potencian el rendimiento de estudiantes, atletas y programadores, pero ¿a qué precio?”.
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Este articulo y ese documental son una burla a la gente que sufrimos tdah, informense bien de lo que se trata el transtorno antes de andar hablando tonteras, no leeriamos algo así de un transtorno como el autismo por ejemplo. Dejen de disminuir las dolencias reales de la gente, y para la información del tonto que escribió esto el transtorno por deficit de atención no es la falta de atención, es la incapacidad de regular esta misma, las personas pueden perder el foco o sobre enfocarse en algo perdiendo la noción del tiempo incluso olvidando comer o hacer necesidades basicas.
estupidos.