El inglés Sir Thomas Winter Burbury desembarcó en Noia en torno a 1880. Hizo algunas prospecciones por la zona y esto dio origen a una mina de estaño en la vecina Lousame, a 90 kilómetros de Vigo. Tomaron el nombre del lugar en el que se erigieron: San Fins (a veces escrito San Finx). Además de estaño, de esta mina se extraería, años más tarde, wolframio, convirtiéndose así en uno de los motores económicos del lugar. Las infraestructuras, abandonadas desde los años 90, son un testigo de la fiebre que sufrió Europa por este mineral durante la Segunda Guerra mundial. Su historia se puede conocer gracias a las visitas guiadas que ofrece el Concello, así como por el museo habilitado en uno de los edificios del complejo.
Existen indicios de que este yacimiento ha sido explotado desde la Edad de Bronce, pero son sus dos últimos siglos de vida los más relevantes. En este periodo, las minas vivieron dos etapas. La primera estuvo marcada por su titularidad inglesa y la extracción del estaño. Cuando Winter Burbury logró la concesión de la zona, enseguida la cedió a su sobrino Henry, quién continuó realizando prospecciones y explotando el estaño. Este mineral aguanta bien la corrosión, por lo que se usaba y usa como revestimiento del cobre o el hierro, y está muy extendido en la industria alimentaria, por ejemplo, en las latas de conservas.
El final de la Guerra Civil española cerró el ciclo inglés de la mina. A partir de entonces pasó a manos españolas y dio comienzo la explotación del wolframio, un material por el que había aumentado mucho el interés debido a sus aplicaciones: proporciona dureza al acero, perfecto para recubrir vehículos como tanques. Y es que en Europa comenzaba a librarse la Segunda Guerra mundial y los dos bandos, alemanes y francobritánicos, pugnaban también por hacerse con este mineral.
Esto provocó que muchos vecinos de la zona intentasen conseguir un trabajo en las minas. Si no era posible, acuciados por el hambre de posguerra, lo extraían de manera ilegal y vivían del estraperlo. La actividad de la mina originó un verdadero pueblo a su alrededor, que contaba incluso con un médico.
Las minas poseían una moderna maquinaria, gracias a la cual se extraía el mineral de los pozos y se procesaba. Después era trasladado al muelle de Carril, de donde partía a diferentes destinos internacionales. En el proceso no solo trabajaban hombres, sino también mujeres que realizaban todo tipo de tareas.
Parte de la maquinaria y la historia de las minas se puede conocer a través de su museo, habilitado en un edificio que fue construido en los años 20 para guardar los compresores que inyectaban aire a los pozos. El resto del complejo también ha sido recuperado e incluso existe un restaurante en las antiguas casas de los trabajadores.
La mina se cerró en la década de los 90 como consecuencia del declive de la minería en toda Europa, pero existe un proyecto para reactivarla con métodos más modernos de extracción, aunque por el momento se encuentra paralizado.
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