El pequeño municipio de Oia, que se esconde entre el turístico Baiona y el fronterizo A Guarda, parece dar la sensación de querer pasar desapercibido. Casi simula una falta de afecto propio, de orgullo, que se traduce en el desconocimiento de su increíble patrimonio etnográfico, cultural y natural.
Allí se encuentran algunos de los petroglifos más antiguos de Galicia con, por ejemplo, un grabado donde aparece una embarcación mediterránea del segundo milenio antes de cristo. En este territorio, hace 4.000 años, nuestros antepasados desataban su imaginación sobre las rocas que hoy todavía disfrutamos.
Sin embargo, esta vez nos pararemos en otro de los encantos del municipio: sus espacios naturales. Dentro de la denomianda "ruta máxica", el interior de la parroquia de Mougás esconde una increíble sucesión de cascadas y riachuelos que acaban por formar un sistema de pozas idílico.
El culpable es el río Peito y sus afluentes, que a lo largo de su recorrido combinan la velocidad y fuerza de las cascadas con la tranquilidad y paz de las pozas que se forman. Una de las más famosas es la denominada "Poza Grande", a la que llega el agua tras descender por una bella cascada, algo así como un balneario natural.
Por desgracia, el entorno se encuentra en una situación de cierto abandono y se echa en falta que las diferentes administraciones pongan algo más de cariño en el cuidado de este tesoro natural. Así todo, la excesiva cantidad de eucaliptos, en detrimento del bosque autóctono, maleza y árboles sobre el lecho fluvial, además de un acceso muy deficiente, no logran ensombrecer la increíble instantánea.
Como un entorno natural algo escondido, las Pozas de Mougás no tienen un acceso totalmente sencillo, pero tampoco engloba grandes dificultades y está perfectamente señalizado. Así todo, debes tener en cuenta que no es plenamente accesible y podría resultar dificultoso acceder a alguna de las piscinas naturales en el caso de acudir con niños.
Desde la PO-552, debemos tomar el desvío hacia Mougás y Viladesuso, aunque en el indicador están perfectamente señalizadas también las pozas. A partir de ahí, iniciaremos un ascenso en el que dejaremos atrás la ciclovía y la iglesia parroquial de Santa Uxía de Mougás. Unos metros antes de llegar al picadero de caballos, aparecerá ante nosotros el desvío hacia las pozas, un trazado forestal sin asfaltar. Desde ese punto tendremos que recorrer algo más de dos kilómetros para llegar a nuestro destino. El viaje, algo accidentado, merecerá la pena.
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Estarás en plena naturaleza, tenlo en cuenta, y disfrutarás de un entorno idílico, con una paz asombrosa y una banda sonora compuesta por los pájaros y el fluir del agua a través del curso fluvial. A lo largo de varios metros te encontrarás con diferentes pozas, no solo la de mayor tamaño, sino otras más recónditas y pequeñas, de un agua cristalina que asombra y que procede del interior de la Serra da Groba.
Además, en la ruta también hay un merendero, con mesas y bancos, donde poder reponer fuerzas y descansar a la sombra de un bosque autóctono.
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