A orillas del río Miño, que otrora sirvió de frontera divisora aunque hoy es ya motivo de unión, nos encontramos con el último centinela que se mantiene en pie del Castillo de Lapela. Imponente, inquebrantable por el tiempo, la Torre de Lapela es hoy un espectacular mirador a las aguas miñotas en el municipio portugués de Monçao, frente al gallego Salvaterra de Miño.
Sus 35 metros de altura y diez en cada lado dan una idea de lo que fue un primitivo castillo medieval, relacionado por muchos con los origines mismos de Portugal, pero que es difícil situar con certeza en el tiempo, aunque se asocia al menos a inicios del siglo XII. La torre que hoy podemos ver responde a la torre del homenaje, que en esta fortificación estaría situada en su centro, siguiendo los esquemas militares del románico. Con todo, la torre es ya de influencia gótica y fue posiblemente levantada con posterioridad, en torno al siglo XIV. “Fue construida muy probablemente en el contexto de las guerras peninsulares de la segunda mitad del siglo”, apuntan desde la Direção-Geral do Património Cultural de Portugal.
Sea como fuera, se alza todavía con rigor a orillas del río. Tras el restablecimiento de la Independencia de Portugal, en 1640, el castillo fue demolido para trasladar su valiosa piedra a la construcción de la fortaleza de Monçao, más moderna y adaptada a las nuevas exigencias. Pero la torre se salvó del expolio y de los siglos de abandono para acabar siendo restaurada y reconvertida en el Núcleo Museológico de Monçao.
La Raia está sembrada todavía de numerosas fortalezas, pero la Torre de Lapela es especial por ser poco habitual y nos recuerda que en la franja miñota también hubo grandes castillos. Para acceder a ella, debemos salvar los seis metros de altura del único acceso a través de unas empinadas escaleras metálicas, otrora de madera. Ya en el interior, sus muros de tres metros de espesor nos aislarán de la realidad actual y nos harán sentir en pleno medievo mientras ascendemos hasta la azotea.
Al llegar a las almenas, sin embargo, ya no ojearemos el horizonte en búsqueda del enemigo, sino que gozaremos de una vista panorámica de la hermandad entre gallegos y portugueses unidos hoy por las aguas del Pai Miño.
Aunque en los alrededores hay algunas edificaciones discordantes y la torre está un tanto enclaustrada junto a varias casas, también contamos con interesantes hórreos de piedra y alguna que otra construcción singular.
Tras la pandemia del coronavirus, para visitar la Torre de Lapela es obligatorio el uso de mascarilla y mantener la distancia social de dos metros. El acceso, gratuito, está limitado a cinco personas y será siempre realizado en compañía de un técnico. Las visitas en grupos de hasta diez personas deberán reservar previamente en [email protected].
Por sus característica, la torre no está adaptada para la visita de personas con movilidad reducida. Es importante tener además en cuenta las empinadas escaleras de acceso.
Horarios de visita: de miércoles a domingo de 10:00 a 12:30 horas y 14:00 a 18:00 horas.
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